LAS DIFICULTADES DE LA LITERATURA ÁRABE ACTUAL
por: Muhsin Al-Ramli
Desde que los árabes han perdido Granada en 1492 ha comenzado su subdesarrollo, la decadencia, los sufrimientos y las dificultades en lo económico, social y cultural, hasta hoy. Primero por el dominio del emperio otomano, donde era Cervantes un testigo de ello durante su cautiverio en Argel, de eso dijo, con pena, sobre los moriscos y los árabes; es “una nación desgraciada”. Y después de la segunda guerra mundial, el mundo árabe sufrió por la colonización europea quien sigue ejerciendo, junto con estados unidos, su presión directa o indirecta a través de la dictadura de los gobernantes actuales.
De allí, el que empieza a conocer la cultura y la literatura árabes tendrá más respeto hacia ella si conociese también esa dura superficie en la que se plantó y nació, y pudo superar todas las etapas hasta llegar a la altura de la literatura universal en poco tiempo, y además, destacarse de sus partes especiales, individuales y la ayuda de la riqueza de su historia y su naturaleza.
Voy a intentar describir el panorama general de algunas de las dificultades y las preocupaciones del intelectual árabe y sus problemas culturales exteriores. Los que no tienen que ver con los problemas relacionados con las técnicas del arte y el contenido interior, pero –sin duda- las que tienen que ver con lo peligroso de los efectos que por lo general sufren (la cultura y la literatura árabe) de dos graves problemas: por un lado, la crisis de la libertad; y por otro, el problema de la edición. Sobre lo escrito existe lo que llamamos “el tapo triangular”: se prohíbe escribir sobre tres cosas: política, religión, sexo y sus derivados, y si les preguntamos ¿sobre qué escribimos?, nos dicen: escribid sobre las flores, las mariposas y la naturaleza. Y tenéis la total libertad de escribir sobre lo que ha conseguido el Gobierno, alabanza de los líderes y las hazañas de los reyes y presidentes. Y tenéis la total libertad de insultar a nuestros enemigos, y si les preguntamos ¿quiénes son nuestros enemigos?, porque cada día sacáis un nuevo enemigo, y vuestro enemigo hoy será vuestro amigo mañana. Y aquí culparían al escritor por traición, diciendo: ¿porque no conoce a los enemigos del país, el reino, la revolución...? En todos los países árabes existen duras censuras incultas, así todos sus funcionarios o más bien su “policía” levantan el slogan: “La puerta de donde sopla el viento, ciérrala y descansa”. Al revés de lo que decía Ghandi: “Abrid vuestras ventanas para los vientos de todas las culturas del mundo”. Así, cuando el revisor duda de alguna frase o palabra, no tarda en censurar el libro entero. Además de eso, hay otras censuras por parte de los partidos fanáticos, y lo peor de todo es la censura de los intelectos oficiales sobre los que no lo son. Sin olvidar el peso de las tradiciones sociales y morales sobre la mente del escritor árabe.
Persecuciones
Además de las censuras y persecuciones desde fuera del entorno árabe, Israel mató a Gassan Kanafani, el mejor escritor de narrativa y relatos cortos árabes. Cortó el brazo, la mano con la que escribía. Y mató al poeta Kamal Nassir con una bala en la boca y mató al pintor Naji Al-Ali, aquí en Europa. Los bombarderos estadounidenses volaron los océanos y asesinaron a la pintora iraquí Laila Al-Atar en su casa de Bagdad y se mezclaron sus huesos con los cuadros destrozados. Cuando murió el iniciador de la novela moderna iraquí Gahib Tuma Furman en el exilio tantos años, su último deseo era que le enterrasen en su país. Las Naciones Unidas no permitieron trasladar el cadáver y se le enterró en Moscú. Y todos conocéis el intento de asesinato de Naghib Makfuz con un cuchillo en el cuello y la muerte de Farech Fuda en mano de los integristas, y el estado de los escritores en Argelia: El gobierno iraquí ha orcado mi hermano el novelista Hassan Mutlak en 1990 y después de un año ha matado mi amigo, el periodista Dargam Hashim por una frase sólo. Dejé en Amman a un poeta durmiendo en las aceras y oí que había ido a Yemen para trabajar de pastor en una aldea desconocida. Dejé en Bagdad a otro amigo que tiene dos novelas y tres colecciones de narrativas vendiendo sus libros con los cigarrillos y los chicles para mantener a sus siete hijos y otro que terminó en la locura. Vi con mis propios ojos a un amigo escritor que le dio en la cabeza una astilla, su sangre siguió bajando, como bajaban de su cabeza las palabras hasta su muerte. La poeta Nazik Al-Malaika –que hizo la revolución de la poesía árabe con Al-Bayaty y Al-Sayyab no encontró la medicina para curarse en su país, gracias a (la justicia) de las Naciones Unidad y el nuevo orden mundial. Y hasta la estatua del gran poeta Badr Shakir Al—Sayyab, fue agujereada por las balas, que cualquiera que visite Basora lo verá con sus propios ojos.
Todo ese peso, el gran problema de la libertad, la enfermedad y la pobreza mientras leímos en los periódicos que un príncipe de los países más ricos por el petróleo árabe destinó un millón de dólares para el zoológico de Londres y otro gastando medio millón de dólares en el cumpleaños de su gato...
Es largo el tema este, pero lo voy a resumir en un verso de uno de los poemas de Mahmud Darweesh que cuenta la realidad del mundo árabe: “Desde el golfo al océano / y desde el océano hasta la mezcla / y desde el norte al sur / del sur al norte hasta el centro / sólo vi una horca”. Así, que en la cabeza de cada escritor árabe aparece una horca o un policía supervisor, una comisaría de policía y fuera de su cabeza no sólo los comandos de policía, sino un estado de policía. Así que imaginaros el ahogamiento que siente el escritor árabe.
A pesar de esto la literatura árabe, como toda la literatura del mundo, no ha dejado de ser el mejor testigo de la realidad de sus pueblos, y no deja de fluir porque la inteligencia del escritor y su responsabilidad con él mismo y con su pueblo, y con la historia y su lealtad para lo que escribe, es siempre más fuerte que la incultura del supervisor, así que el escritor puede cambiar su forma de escribir y utilizar los signos, los símbolos y la sugestión y lo implícito, y aprovecharse de los cambios políticos, buscar nuevos canales para hacer llegar su voz, aunque sea de un país árabe a otro, o desde el exilio. Ya sabéis algo de lo que han sufrido y sufren los escritores árabes hasta ahora: de cárceles, torturas, hambre, expulsión y muerte, pero al final la palabra cierta, fiel, llegará y, sin duda, la verdad triunfará al final. Por eso les dice Al-Akkad a los dueños de la horca: “Podéis prohibir o ahogar la voz del gallo o matarle, pero nunca podréis prohibir la luz del crepúsculo”.
La dificultad de lo impreso
Después del problema de la libertad, está el problema de la edición. Los escritores árabes sufren sus dificultades, por lo que se encuentra más de un escrito en estanterías, porque el escritor no encuentra alguien para editárselo, y no tiene dinero suficiente para editarlo él mismo, porque, como sabéis, los escritores sufren de pobreza, excepto los escritores oficiales, que tienen la facilitad de editar y la riqueza y los altos cargos... Sigue a ese el problema de publicar y el intercambio cultural y la divulgación de los libros entre el mundo árabe es bastante escaso. Ni siquiera la Unión de Escritores Árabes tiene sus propios locales de edición. Eso sin considerar que su propia revista, que tampoco llega a nadie, o no por pura coincidencia. Otra cosa que seguramente habréis notado es que los gobiernos árabes no le conceden importancia al Ministerio de Cultura y la consideran trivial. Así que véis que algunos gobiernos asignan un ministro de cultura por motivos que no tienen nada que ver con la cultura. Por poner un ejemplo, un gobierno puso un ministro beduino por motivos familiares o de clanes, según me dijo un amigo que era consejero del Ministerio. También me contaba que el ministro en cuestión les hablaba en las reuniones de sus recuerdos de los camellos, cabras, cafés y al-rababa, y cuando llegaban a los asuntos del Ministerio, no sabía nada. Imaginaos, eso en el siglo XX, cuando Francia puso de ministro de Cultura hace 50 años a Andaré Malares, habiendo escrito ya La condición humana.
Y de los premios, se ve que el mundo árabe tiene muchos nacionales: los del Estado, los de las empresas, los individuales, y todos sin eco, sin ninguna importancia, mientras si contamos su valor económico, vemos que superan a cualquier premio Nobel, al Goncourt francés, o al Cervantes español.
Otros problemas son el de la crítica y el de la traducción. En la crítica casi siempre están las cortesías y los desfiles rápidos de los periódicos. Además, nuestros críticos utilizan las medidas extranjeras para estudiar el texto árabe, de una forma injusta casi siempre, porque la mayoría de nuestros críticos son licenciados en el extranjero, mientras que los críticos locales utilizan la misma forma después de malinterpretarla. Respecto a la traducción, todavía no ha cogido la cultura árabe su verdadero sitio y definición, porque lo que se ha traducido es muy poco, comparado con la cantidad de libros, novelas y poesía, y de entre ello, lo poco traducido a la lengua española carece de la publicidad necesaria y de una distribución adecuada.
Estos son algunos de los problemas de la cultura y la literatura árabes, entendiendo que cada caso requiere un estudio y un análisis aparte, pero estoy seguro de que la cultura árabe cogerá su sitio en el futuro, además de la libertad que merece.
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*Es una parte de una conferencia, y se publicó en el boletín (Hispano-Árabe/ Actualidad), Nº3 octubre 1996, Madrid.