jueves, 24 de noviembre de 2016

Poesía desde el exilio: Muhsin Al-Ramli y Emilio Prados/Dra. Rasha Ali Abdelazim

 Poesía desde el exilio: Muhsin Al-Ramli y Emilio Prados

Dra. Rasha Ali Abdelazim
Departamento de Lengua Española y sus Literaturas
 Facultad de Letras, Universidad de Helwan, Egipto

Publicado en el número 56 de la Revista "Espéculo"
Revista de estudios literarios de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM
Resumen
Nuestro trabajo subraya el tema del exilio en dos poetas pertenecientes a épocas y circunstancias distintas, sin embargo a ambos les unen España y su cultura por un lado, y por otro, el sabor amargo del destierro: Emilio Prados, exiliado en México hasta su muerte y el iraquí Muhsin Al-Ramli, desterrado en España desde 1995 hasta el momento. A través del presente trabajo nos acercaremos a dos poemarios muy representativos en la etapa del exilio de los dos poetas: Jardín cerrado, de Emilio Prados, y Todos somos viudos de las respuestas, de Muhsin Al-Ramli. Las dos obras ofrecen un lenguaje universal sin ataduras de tiempo, expresando  inquietudes como los recuerdos del pasado, la nostalgia de un paraíso perdido, un yo poético atormentado entre otros más.
Palabras claves: Exilio, Jardín cerrado, Todos somos viudos de las respuestas.  

Abstract
Our work focuses on the subject topic of exile in two poets that belong to two different periods and circumstances but nevertheless are connected by Spain and its culture, on the one hand, and by the bitter taste of exile on the other hand. They are Emilio Prados, who died in exile in Mexico, and the Iraqi Muhsin Al-Ramli, exiled in Spain from 1995 until now. Through this work we will approach two books of poems that are very representative of their exile periods: “Jardín Cerrado” (Closed Garden), by Emilio Prados, and “Todos somos viudos de las respuestas” (We Are All Widows of the Answers), by Muhsin Al-Ramli. Both works offer a universal language not constrained by time that expresses concerns such as the memories of the past, the nostalgia of a lost paradise and a tormented poetic.
Key words: Exilie, closed garden, we are all widows of the answers.
Introducción

El exilio es un tema universal considerado como un eje destacado de la literatura en general. A pesar del transcurso del tiempo, siempre en alguna parte del mundo encontramos ciertas circunstancias sociales y políticas que provocan dicho fenómeno. Como es sabido, a principios del siglo XX gran parte de Europa experimentó el exilio, hoy lo padecen, por el contrario, muchos ciudadanos de Oriente Medio. Han sido muchos los autores exiliados que nos deleitaron con obras que reflejaban vivencias humanas y conflictos internos. Comenzamos con uno de los poetas de la generación del 27 con menos divulgación a nivel crítico en comparación de sus homólogos: Emilio Prados. Una ojeada rápida a los manuales de crítica nos revela que los integrantes centrales del grupo del 27 en su primera época han sido: Luis Cernuda, García Lorca, Rafael Alberti, Jorge Guillen, Pedro Salinas, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, que a su vez convocaron una asamblea gongorina en el año 1927 para celebrar el tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora y en la cual estaba presente Emilio Prados. Más adelante se unieron más poetas al grupo gracias a la amistad que se había forjado entre ellos en la Residencia de Estudiantes y su colaboración en las revistas y actividades literarias de la época. En aquellos años Gerardo Diego publicó la Antología 1915-1931 (1932) que incluía a  algunos poetas de la joven literatura junto con algunos maestros como Unamuno, Juan Ramón Jiménez, etc. Gabriel Morelli (1999: 24) explica que Gerardo Diego tuvo dudas sobre la inclusión del nombre de Emilio Prados en la selección. Gerardo Diego comunicaba a Jorge Guillén la nómina de los antologados, pero manifestaba reservas sobre Moreno Villa y Emilio Prados que después entraron gracias a la evaluación positiva por parte de otros poetas reconocidos como Dámaso Alonso, Jorge Guillén y Pedro Salinas. Cabe mencionar que el propio Emilio Prados se negó a vincularse con sus compañeros y amigos en la antología.  Gabriel Morelli (1999: 25) interpreta la negativa de Prados como resultado de su voluntad de aislarse ya que sentía un compromiso interior con una causa social. Sin embargo, gracias a la intervención de Aleixandre, fue superado este desacuerdo. A partir de entonces la historia literaria comenzó a  divulgar el término del grupo del 27 y entre ellos figuraba el nombre de  Emilio Prados que  era relegado a un segundo plano dentro del grupo y no recibía la atención merecida por parte de la crítica.  Francisco Javier Díez de Revenga (1989: 11), aclara que la poesía de Emilio Prados, antes de la guerra y también la escrita en el exilio, ha sido escuetamente difundida en España. Por otro lado, si comparamos los estudios realizados sobre los poetas del 27, observamos en el caso de Emilio Prados poco interés bibliográfico por su obra.   

En 1936 la guerra civil española obligó a varios poetas de aquella época a abandonar su hogar y a separarse de sus familias y amigos para buscar cobijo en otras tierras lejanas. Por ejemplo, Rafael Alberti, acabó marchándose a Argentina;  Juan Ramón Jiménez, a Estados Unidos; León Felipe, Emilio Prados entre otros más recalcaron en México. Es de señalar que todos ellos ya habían desarrollado gran parte de su obra en España antes del final de la guerra y disfrutaban de un reconocimiento intelectual, por eso insistieron en seguir cultivando con mucho interés su producción literaria desde el exilio. Recién llegados a sus nuevos destinos, los poetas desterrados procuraron contactarse con editoriales y con círculos de amigos intelectuales con el fin de hacer que sus versos saliesen a la luz tanto en el país de acogida como en España. Por ejemplo, Seneca y las ediciones del Colegio de México publicaban los trabajos literarios elaborados por los exiliados como es el caso de la publicación de Memoria del olvido (1940) de Emilio Prados, y la de una antología titulada Laurel (1941) que agrupaba a poetas españoles y mexicanos (selección de Villaurrutia, Gil Albert y Octavio Paz, Emilio Prados). Dicho esto, resulta conveniente comentar que el hecho de arrojar luz sobre lo llamado poesía del exilio o poetas desterrados se debe en primer lugar a la primera recopilación de las composiciones de poetas del destierro llevada a cabo por Francisco Giner de los Ríos (1945) y en ella figuran algunos nombres como Juan Ramón Jiménez, León Felipe, José Moreno Villa, Emilio Prados, Concha Méndez, Luis Cernuda, etc.

De España salieron poetas desconformes con la guerra y el ambiente político, sin embargo más adelante a ella llegaron poetas de tierras lejanas y con bagaje cultural distinto como por ejemplo: Muhsin Al-Ramli. Es un hispanista, escritor y poeta iraquí que inmigró a España en 1995 debido a cuestiones políticas, puesto que su hermano mayor, Hassan Multak, conocido escritor iraquí, ejercía una actividad política que terminó por llevarle a la horca por haber participado en un intento de golpe de Estado contra el régimen de aquel momento. Este tipo de actos eran imperdonables, teniendo en cuenta las represalias que pudieran sufrir los familiares y los amigos, por lo tanto Muhsin Al-Ramli no tuvo más remedio que buscar refugio fuera de su patria. El hecho de haber cursado filología hispánica en Irak le ayudó a tener buen conocimiento de la lengua española y su cultura, y así  le resultó fácil la entrada en España para realizar estudios de posgrado en la universidad Autónoma de Madrid. Una vez allí empezó a cultivar paulatinamente una producción literaria que se reparte entre poesía, novela y ensayos escritos en árabe y traducidos al castellano. Su obra despertó el interés en el público árabe y en el de habla hispana gracias a los temas tratados y envueltos por una profunda dimensión humana. Entre estos temas destaca el exilio como una experiencia estrechamente adherida al ser del poeta y por lo tanto protagoniza  muchos escritos suyos, como por ejemplo su poemario titulado Todos somos viudos de las respuestas (2008).

La poesía del exilio ofrece una voz individual y personalizada de cada poeta, según su ideología, su trayectoria poética y sus circunstancias vitales dolorosas puesto que para algunos esta experiencia compleja del destierro les ayudó a encontrar su mejor voz. A continuación investigamos esta voz dolorida y marcada por el exilio en los dos poetas.

Acercamiento a dos poemarios: Jardín Cerrado y Todos somos viudos de las respuestas.

La producción poética de Emilio Prados ha pasado por varias etapas igual que los  poetas de su generación: una etapa de poesía pura y vanguardista (1925- 1928), otra de compromiso social y político (1932-1938) y una última que inicia con el exilio (1939- 1062) y a la cual pertenece Jardín cerrado (ed. José Manuel Díaz de Guereñu, 2000), considerado como el libro más representativo de Emilio Prados. Cabe mencionar que gran parte de este poemario fue escrito durante la estancia del poeta en México donde permaneció más de 20 años hasta que murió por culpa de una enfermedad pulmonar. Nos parece conveniente exponer la opinión de Emilio Prados sobre el significado de la poesía en sus apuntes recogidos y publicados por Patricio Hernández (1999: 165):
“Para mí, la poesía, es un secreto que no trato de descubrir, sino que, como una flecha, dejo que vaya ahondando más y más en mis entrañas; porque mientras esté el secreto clavado en ellas existirá conmigo la poesía, pero si me lo arranco, si lo descubro, presiento que la poesía se me convertirá para siempre en angustia. La poesía, en mí, se precisa en su misterio. Y surge al entregarse” 
En cambio, Muhsin Al-Ramli cultiva más narrativa que poesía. Él se considera a sí mismo principalmente como novelista, sin embargo sus inquietudes vitales no dejaban de buscar un refugio en la poesía. El poeta iraquí tiene hasta el momento tres poemarios publicados: Todos somos viudos de las respuestas (2008), Dormida entre soldados (2013), y Pérdida ganadora (2013).
Iniciamos nuestro comentario con una exposición breve de la estructura de los dos poemarios, cuestión de estudio, junto con el análisis del primer poema con que comienza cada libro. Jardín cerrado (JC) se subdivide en cuatro libros. El primero se titula Jardín perdido, el segundo; Dormido en la yerba, el terceo; Umbrales de la sombra, y el cuatro; La sangre abierta. El poemario se abre con un poema llamado “Árboles”, perteneciente a una sección titulada “Nostalgias y sueños”. En “Árboles” y en otros muchos poemas del libro, Emilio Prados hace una retrospección y abre la brecha entre sus inquietudes recónditas y el entono exterior de la Naturaleza. Los versos siguientes exaltan la idea de un pensamiento suspendido en el tiempo, un pensamiento incapaz de volar. Por ejemplo, en la primera estrofa antepone el adjetivo “pesada” que denota una carga emocional negativa que se extiende en toda la estrofa y se refuerza con la metáfora de “alas” mutiladas del último verso; luego menciona el nombre “la frente” por ser la parte corporal capaz de asimilar lo real e indagar en la subconsciencia. Notamos que las palabras finales de los tres primeros versos (frente, pensamiento, tiempo) forman un círculo cerrado que atrapa al poeta. Sin embargo, el calificativo “voluntario” del último verso recalca la posibilidad de realizar un cambio y buscar una salida. Por otro lado, la segunda estrofa demuestra una perplejidad y balbuceo con la fórmula de “no sé qué”, el poeta siente un calor abrasador que simboliza los factores externos de su vivencia y al mismo tiempo contrasta con un alma vacía de sueños. La comparación entre “un ardor de fuera” con “un sol de desiertos” intensifica esta sensación de sed y de privación que sufre el yo poético. Por último, al pensamiento inmóvil  de la primera estrofa le acompaña una voz silenciada y callada:
Pesada está mi frente…
Tal vez mi pensamiento,
voluntario, sus alas ha fundido en el tiempo.

No sé qué ardor de fuera,
como un sol de desiertos,
me aprieta en la garganta
la voz seca del sueño.
(JC, p. 143)

El poemario de  Todos somos viudos de las respuestas es un conjunto de poemas encabezados por títulos y escrito en árabe, además traducido al castellano por el propio poeta y al inglés por terceros. El poemario ha sido publicado en una versión trilingüe: árabe- español- inglés.  
El poema, que abre el libro, Todos somos viudos de las respuestas (TSVR), y lleva el título de “Edad”, proclama la libertad de expresión. En sus versos se hace una reflexión profunda sobre una vida condicionada y congelada por la falta de libertad. Observamos un paralelismo entre “una edad pringosa” y “una vida suspendida”: los calificativos “pringosa” y “suspendida” reflejan un estado estático y adhesivo. Con la palabra  “edad” el poeta ofrece una perspectiva subjetiva sobre la vida muda carente de  “razón” y concebida como un tiempo desaprovechado, un tiempo perdido. Por otro lado, esta razón necesita estar protegida para seguir expresándose sin temor, por eso utiliza palabras como “murallas”, “techo” como espacio defensor, sin embargo destruido. vida Respecto a los seres humanos, dueños de esta vida silenciosa, están animalizados y encerrados: el verbo “ladremos” fortaleza esta necesidad de gritar y estar escuchados, y “los gusanos” con ganas de salir a la superficie:
            Una edad pringosa,
Una vida suspendida.
No han quedado murallas para la razón,
Los ultrajes se han hinchado.
Es difícil que ladremos
porque los techos han dimitido
y los gusanos están hartos de esperar.
(TSVR, p.9 )  
                                                 
Los dos poetas se ven afectados por el momento en que salen de sus respectivas patrias para emprender el viaje del exilio, no obstante dicho instante se expresa de distintas maneras. En el “Cantar del atardecer”, de Emilio Prados, se contraponen las alamedas de México y las de Málaga. Dos escenarios parecidos de la Naturaleza, sin embargo, el poeta no los percibe igual. Las alamedas del país del exilio le provocan un insomnio y un malestar, mientras que para él las de Andalucía representan la fuente de la vida:

A las alamedas me voy a vivir.
No me dejarán sus hojas
soñar ni a dormir.
………………………

Vengo de las alamedas:
las hojas me siguen.
Porque me siguen las hojas
siento que mi cuerpo vive.
(JC, p. 205)

El momento de la despedida del país de origen en el caso de Muhsin Al-Ramli nos lo ofrece el poema titulado “De un Lorca a otro” donde el entorno toponímico es urbano y refleja un ambiente militar, “comisarias, murallas de fusiles”, caracterizado por una precariedad a nivel humano como lo demuestra la conexión entre los fallecidos del “cementerio” y “las farmacias vacías”. El recuerdo con el que el poeta se marcha de Irak es muy amargo, no obstante esperanzado porque el yo poético está ilusionado con su futuro en Andalucía, en Granada en especial. El encuentro con el exilio es un anhelo mutuo: tanto él como su nuevo destino se entusiasman ante el momento de la unión.
Abandoné las comisarias, los cementerios.
Crucé las murallas de fusiles
            Y las farmacias vacías.
………………………………
Mi corazón es un cementerio lleno de seres queridos
y mi medicina esta allí….allí,
con los gitanos de Andalucía.
Crucé países, muchas ciudades
y conviví con pueblos deprisa
porque Granada estaba esperándome,
y yo a ella.
(TVRS, p.11)
El poeta iraquí encuentra un vinculo que le ata fuertemente con Andalucía, puesto que en los siguientes versos del poema antesmencionado se asocian dos contextos parecidos, sin embargo, distantes histórica y geográficamente y en los cuales sucede un incidente contra la humanidad: el asesinato de dos escritores apreciados en sus respectivas patrias: el iraquí Hassan Mutlak y el granadino García Lorca. La muerte de estas dos figuras literarias a manos del régimen de sus países manifiesta sin disfraces la barbarie del fascismo y cómo los artistas, los escritores y los pensadores están juzgados por sus ideas desconformes con lo convencional. El yo poético apasionado por llegar a Granada para describirle a Lorca “….. la cuerda/ con la que ahorcaron a Hassan Mutlak”, se topa con una realidad semejante:
He venido a Granada
                buscando a Lorca.
Tal vez……
Para que escribiera sobre los asesinados de mi
familia.
Pero….le encontré asesinado
(TVRS, p.12)

El exilio brota muchas sensaciones como por ejemplo el recuerdo y la necesidad de volver la mirada hacia la patria. En Emilio Prados, el recuerdo de las vivencias pasadas se vinculan muchas veces con el paisaje de su tierra. En el poema “la pena en el agua” se entabla un dialogo con el yo poético desdoblado para rescatar los recuerdos del olvido. En el estribillo “recuerda conmigo, / amigo” hay un paso de lo categórico a lo interrogativo al final del poema que despierta cierta incertidumbre. Los recuerdos se plasman a través de una imagen impresionista de la naturaleza de Andalucía, llena de colores y olores intensos: “platanares, almoraduj, jazmín” y situada en una noche luminosa en la cual compara el sonido del flujo incesante del agua con la música de la guitarra, contrasta la oscuridad con el reflejo de la luna a través de la metáfora “flores de azahar” y termina este cuadro con la metáfora contradictoria del “silencio” cantando:
Recuerda conmigo,
amigo:
Platanares junto al mar;
almoraduj en el huerto,
jazmines bajo el pinar…
Y en la alberca, una guitarra
negra, con flores de azahar
clavando a la luna llena.

Llega el olor del hablar,
hasta el chorro de la fuente:
se oye al silencio cantar:
-¿Recuerdas conmigo,
amigo?...
(JC, p. 187)

Para Muhsin Al-Ramli, la patria desde el exilio se convierte en una enfermedad que penetra su cuerpo y le hace sufrir constantemente. En “La patria”, vemos una relación de reciprocidad  y de dependencia entre el desterrado y su patria a través de los verbos (nacer, crecer, proteger) que revelan un proceso de desarrollo gradual y de unificación profunda a través de la preposición “en ti”. Leemos:
Has nacido en la tierra
          y ella ha nacido en ti.
Has crecido en ella
           y ella ha crecido en ti.
La proteges
          y te protege.
Pero, en el exilio,
          será tu epidemia.
(TSVR, p.31)

El recuerdo de la patria está marcado por escenas violentas y crueles que  prosiguen hasta la actualidad. En “No a liberar Irak de mí” se crea un enfrentamiento entre nosotros/ vosotros: Irak y el mundo. El yo poético está ubicado en el presente y rodeado de elementos modernos de nuestro mundo. Por ejemplo, los dos primeros versos plasman los medios de comunicación como si fuesen un monstruo: una prensa escrita con sangre, una televisión que se alimenta de noticias sobre niños sin futuro. Predominan sentimientos como el sufrimiento y el dolor que inquietan el presente del yo poético exiliado, un presente oscuro en el que solo se escucha el susurro de los gemidos. Al final del poema, Irak se identifica con Mesías, ambos crucificados y torturados injustamente. Es de destacar que en Jardín Cerrado no hay referencias toponímicas directas, mientras que el poema “No a liberar Irak de mí”  está localizado en espacios concretos (Basora, Irak).
Esta tinta derramada en vuestra prensa
          es la sangre de mi país.
Esta luz diluviada de vuestras pantallas
         es el brillo de los ojos en los niños de Basora.
Este que está sollozando en la oscuridad de su exilio
         soy yo;
huérfano después de que hayáis matado a mis padres:
Tigris y Eufrates;
Viudo después de que hubieras crucificado
la pareja de mi alma: Irak
Oh…por ti, tierra mía:
crucificada de entre las regiones.
(TSVR, p.32 )   

En gran parte del poemario, la imagen del Irak no se perfila aisladamente de los conflictos militares ni ajeno del concepto de víctima, por ejemplo en “Cumpleaños”  se identifican el yo poético, Irak y Mesías. Hay un oxímoron entre el titulo, “cumpleaños”, y la idea del asesinato que transmiten los versos. Esta contradicción entre nacimiento/ muerte la vuelve a enfatizar la pregunta retorica y dramática del último verso: “¿esta fiesta es el cumpleaños de quién […]”. En el poema se describe una imagen metafórica de una fiesta feroz cuya doble cara es la alegría y la aflicción. Además, igual que el poema anterior está presente la alegoría del cristianismo a través de “mi sangre servida en copas” que simboliza la sangre de Cristo. El uso reiterativo de las frases copulativas con el verbo “ser” acentúa el deseo de redefinir el concepto de la propiedad según la realidad actual.    
Mi país es una tarta
Y los misiles son las velas
Los celebrantes son muchos
Y mi sangre servida en copas
La casa es mía
Y mi familia asesinada
Pero, ¿esta fiesta es el cumpleaños de quién,
                             si ya me han asesinado
                                       antes de mi nacimiento?
(TSVR, P.44)

Como acabamos de ver, el Irak contemplado desde el pasado y el presente del poeta es una moneda con la misma cara: dolor y sufrimiento, empero, cuando se imagina el futuro, el poeta canta una naturaleza dichosa y dulce. En “Después de la lluvia”, el agua protagoniza el poema como un elemento purificador que limpia y sanea la imagen del entorno del yo poético. En la primera estrofa, se canta un ambiente arábigo soleado junto con la gastronomía de la zona: almendras, avellanas, dátiles; en la segunda, se hace referencia a la familia y al hogar del pueblo como una fuente de paz y sosiego “nuestras palomas blancas”; y en la tercera, se deprende la luz jubilosa y colorida de la paz en su integridad sin estos elementos que imposibilitan su realización: “sin armas, sin presidente”. Observamos la falta de verbos y de acción en todo el poema, lo que resalta una descripción sin movimiento, puesto que su realización depende de un momento indefinido y un acto no sucedido.

Después de la lluvia:
Soles en las nubes y en los riachuelos,
dulces de almendras y de avellanas,
miel de dátiles y un pan caliente.
Después de la lluvia:
Mi madre, mis hermanos
      y nuestra casa de barro,
nuestras palomas blancas.
Después de la lluvia:
Arcos coloridos de paz,
sin armas, sin presidente.
Después de la lluvia,
     …después de la lluvia.
(TVSR, P.59)

Entre los otros subtemas que genera la experiencia del exilio señalamos el de la soledad. La soledad era un asunto insistente en las cartas de Emilio Prados  a Gerardo Diego desde México, como por ejemplo la carta publicada (1996: 128): “Aquí de lejos, se ve mejor todo. Mi enrome nostalgia […] pues creo que pocos alcanzan una cumbre tan alta como yo he logrado. ¡Cuánta luz rodea entonces la tristeza! Desde mi soledad, tan alta mi nostalgia, el presente mío no es siempre memoria”
En “Nostalgias de mar y tierra”, Emilio Prados pregunta por unas apariencias y al mismo tiempo interioriza esta realidad aparente y la lleva al fondo de su ser. A nivel estilístico, observamos que en los dos primeros versos el sujeto poético implícito contempla y compara el mundo exterior, calma/ y el mundo interior, desasosiego, mientras que en los últimos versos predomina una sensación de movimiento gracias al encabalgamiento entre “va y viene” y “remando” que expresa el estado en que se halla el poeta y potencia la imagen de un corazón errante y aislado. Leemos:
¿La luna tendida en el monte?
-¡luna de pie sobre el mar!

…y el corazón, que va y viene
remando en la soledad…
(JC, p. 151)

 Para Emilio Prados la soledad era irreparable y un estado que con el tiempo se agravaba y le turbaba. En otra carta enviada a Gerardo Diego, Emilio Prados escribía de la soledad y comentaba (1996: 136): “[…] Me guardo en soledad para tratar de reponer al menos, con lo que llevo dentro, lo de fuera y….!algo me falla! Pienso muchas veces que, tal vez es demasiado peligrosa la poesía; que no nos da ella tan puros como debíamos. Que el escribirla es como comulgar, y lo hacemos su  consciencia de ella. Y ¡al final, más o menos, todos creemos en la poesía.”
En el poema de “Tres tiempo de soledad” la realidad subjetiva se presenta en la noche que suele ser un momento estático y que manifiesta el estado de contemplación del poeta, sin embargo en varios poemas de Jardín Cerrado la noche es el momento cuando se procesa el abandono a otro espacio: al de la soledad que se va construyendo en un plano geométrico: “edificando”, “murallas”, “cúpula”. La metáfora “te estoy edificando” del primer verso muestra una solidez y resistencia y arroja luz sobre el sujeto, sobre el yo poético quien alumbra y siembra la soledad, mientras que en los versos posteriores la soledad se formula como un lugar físico independiente en cuyo centro se encuentra el yo poético. Aquí la soledad aparece como un refugio protector donde el yo poético puede guardar sus sueños, pero aún así se vuelve enigmático igual que el mismo universo.
Soledad, noche a noche te estoy edificando,
noche a noche te elevas de mi sangre fecunda
y a mi supremo sueño curvas fiel tus murallas
de cúpula intangible como el propio Universo.
(JC, p. 251)

En “tres canciones” aparece la soledad situada en el olvido. Respecto a ello, explica María Zambrano (1977: 56): “En el olvido habita el ser y más en él se hunde el pensamiento”, por lo tanto para Emilio Prados es importante “quedarse perdido para ser encontrado; para en soledad vivir en compañía verdadera.” En el poema, la noche trae consigo el silencio que le resulta importante al yo poético puesto que simboliza lo sublime y el concepto de la eternidad, por eso a través de la metáfora “bien apretado en mi mano” lo convierte en algo físico que se puede coger y esconder. En los versos prevalece un estado inmóvil del yo poético que se quiebra al referirse a su corazón orientado por un punto de luz. Este corazón, que fluye con el universo igual que el rio, simboliza la fuente de la vida, la fuente de su poesía.  
En el campo del olvido,
Soledad, allí te espero.
Llevo por seña, un pañuelo
sobre la frente; marchito
como una flor, el silencio
bien apretado en mi mano,
y, es mi corazón, un río
bajo la luna, brotando…
(JC, p. 258)

En cuanto al poeta iraquí también padece añoranza y soledad en su poema titulado “Nostalgia”. Los versos son  un grito y unos suspiros de dolor y sufrimiento y en ellos se repite la interrogación “quién” tres veces en búsqueda de la protección, el cariño y la compañía. Las noches en la poesía de Muhsin- Al-Ramli son frías y tristes y en ellas se vuelven borrosos unos recuerdos de su vida cotidiana: la música de flauta que se tocaba en su tierra y el sabor del aceite de la menta. Para el yo poético desterrado, las nostalgias, siendo una desolación y tristeza, sangran constantemente “mis nostalgias son…/ una menstruación continúa”. Cabe mencionar que la imagen de la sangre se halla también en la poesía de Emilio Prados como mostraremos en unas líneas más abajo. En “Nostalgias”, el exiliado iraquí está enjaulado en su pasado que es una cárcel irrompible y así lo confirma la repetición de la palabra “clavos” dos veces seguidas. El poema abre con un grito evocando la patria y a la familia y cierra con otro grito suplicando su vuelta a Bagdad “Llévame ave Roc a Bagdad”. El ave Roc hace referencia a la cosmovisión cultural del poeta y despierta el interés por  los cuentos de hada de Arabia.  
El del alma rota llamó: oh patria,
mi familia, mis libros…
¿Quién me protege de una tristeza
que se reproduce en el alejamiento?
¿Quién va a dar cariño al exiliado
en las noches frías?
¿Quién finge aquel sonido de flauta?
El aceite de la menta
No es más que una imaginación.
Mis nostalgias son…
una menstruación continúa.
Mi vida está cerrada con clavos,
                                     …..clavos,
Oh…..
Ay…
Llévame ave Roc a Bagdad.
(TSVR, p.23 )  

La imagen de la sangre ha aparecido en algunos poemas de Jardín Cerrado, como por ejemplo “El tiempo en la sangre”, “Puerta de la sangre” y “Sangre de la noche”, etc y en la mayoría de los casos simboliza el pensamiento y refleja el dolor producido por el conflicto del yo poético para salvarse el alma y atravesar los límites de su mundo que le causan una agonía. En este sentido, comenta Patricio Hernández (1988:104):
“En Prados, el mundo interno aparece como más propio del individuo. Forma parte de la totalidad y está animado por el alma del universo. A través de él, el poeta busca una visión situada más allá de las apariencias. Busca, en definitiva, la esencia del mundo, lo que sabe que no alcanzará plenamente hasta tanto no se libere de su propio cuerpo.”   
En “Sangre de la noche”, el cuerpo se muestra como perseguido y encerrado en su jardín cerrado o su mundo perdido, por lo tanto se convierte en un obstáculo que le impide la trascendencia plena del espíritu, ya que el poeta aspira a despojarse de su cuerpo para unirse con el universo. En los próximos versos se identifican la noche y la sombra que están transfigurados a manera de un cautiverio, una frontera separadora del mundo luminoso:
¿Eras tú y tu silencio,
la piel que aún le faltaba
a mi total cumplido
cuerpo- jardín cerrado-,
sombra? ¡Ya estás entera!
entera soledad ya estás conmigo
……………………..
En ti
-sangre que  hoy me has llamado-,
abandono el temor,
que hundes como en el agua
transparente, la piedra
lenta, oscura, se clava;
y, así, llega a su fondo,
a ser, no corazón,
pero sí material
necesario a su brillo:
negación, cautiverio,
cárcel tal vez, frontera
para el rayo de luz;
mas, vida del reflejo
que, en árbol, de ella sube. 
(JC, p.247)
 
Los versos anteriores sintetizan claramente la idea del continuo nacer transfigurado como un árbol que crece y atormenta al poeta. Es uno de los temas esenciales de la poesía de Emilio Prados que busca constantemente lo absoluto según Elena Ruiz (1988) y Patricio Hernández (1989).

   En Muhsin Al–Ramli, la imagen del árbol también existe y es la de un árbol que crece dentro del  alma, sin embargo no renace constantemente sino todo lo contrario  ya que es el árbol de la pena y la desdicha. Los versos de “la tristeza” nos hacen visualizar el crecimiento de la amargura lentamente a través de la arbitraria disposición tipográfica:
Es un árbol espinoso
que crece en el corazón.
Crece
          ….crece
                        y crece,
hasta que cae
              su único fruto;
un cadáver podrido
                 …que eres tú.
(TSVR, p. 36)

La cosmovisión de Emilio Prados como un ser aislado y encerrado le lleva hacia la muerte cuya sombra le acompaña constantemente. Leemos en “Cantar del dormido en la yerba”:
La muerte está conmigo;
más la muerte es jardín
cerrado, espacio, coto,
silencio amurallado
por la piel de mi cuerpo
(JC, p. 213)

En otro fragmento del poema antescitado se emparejan la vida y la muerte. El ser humano es de cuerpo y alma, por lo tanto la vida es el fin del cuerpo mientras que la muerte es el comienzo del alma. En los versos siguientes se presenta una cosmovisión íntegra a través del contraste entre los elementos del universo que se complementan entre sí y se ofrecen como una unidad: luna/ sol, amor/ pensamiento/, noche/luz,  vida/ muerte.
Como tú, luna, sí:
el sol, como la luna.
Amor, igual que tú:
tiempo, por ser la sangre:
sangre- espacio de eterno-,
tiempo- sangre de espacio-..
Como la noche, el día.
Luz, igual que tú, sombra.
Fin, comienzo del alma.
Principio igual que término.
Vida: cuerpo en la muerte…
Muerte, igual, porque es vida.
(JC, p. 214)

En el poema “un árbol que nace” la muerte libera al cuerpo de su jardín amurallado y le conduce a otro jardín luminoso. La reiteración  del verbo “vuelve” insiste en la idea inicial aludida en el poema anterior. Dicho inicio es un misterio, no obstante luce y vive por ser el fuego del conocimiento. La frase “se rompe” y la interrogación “¿Cerrado?” están entre corchetes para subrayar el contraste entre los dos actos.  
Muere la sombra.
(-se rompe.)
Vuelve el misterio a vivir.
Vuelve a lucir el misterio,
Sin muros, en el jardín…
(-¿Cerrado-?...)
                 ¡Jardín de luz!
(JC, p. 439)
  
Una idea parecida se puede encontrar en “Decisión”, de Muhsin Al-Ramli, donde aspira a ser el hijo del misterio en el otro nacimiento: “y bucearé en el enigma. / seré un feto suyo,/ en mi próximo nacimiento” (TVSR, p.60).

La muerte en Muhsin Al-Ramli  a veces es una vía de reencuentro, leemos en “Aturdida “oh, mi madre aturdida/…./ !Cuánto nos han alejado!/ ¿Podrá unirnos la muerte?” (TSVR, p.18), y otras veces se presenta como una salvación como por ejemplo el poema “El toro de la noria” donde el poeta lanza una crítica incisiva contra el sistema vital creado por el ser humano en el nombre de la modernidad y la civilización, ya que estos sistemas son como una presión que encadena al yo poético y ata la libertad de su alma. Así que para el poeta, la posible salvación se encuentra en la muerte.
Yo soy el hombre
Me até con los papeles
Me sitie con las fronteras
No tengo esperanza de cambio
De lo que hacen mis manos
Llamo revolución a mi atadura
Llamo revolución a su rotura
¿Será mi muerte la salvación?
(TSVR, p. 18)

En “La idea de la vida”, el yo poético cansado de la vida anhela otro camino misterioso que ignora. El encabalgamiento en la pregunta retorica alarga esta sensación de espera.  Leemos:
Oh, idea de vivir
              ya me divorcio de ti
…………………………..
Pues, ¿dónde me refugio en espera
de mi marcha hacia una dirección que desconozco?
(TSVR, p. 58)

En otros poemas se destaca la idea de que todos nacemos para morir, como por ejemplo en “Pérdida ganadora”. Desde el primer verso percibimos una escisión entre “tú y yo envueltos” por unas acciones contradictorias que crean cierta tensión: “si me sigues, pierdes/ pierdes si no me sigues.” Al final tanto el yo poético como su desdoblado están batidos por la realidad de la muerte.
Entre tú y yo, un abandono definitivo
Porque si me sigues, pierdes
       y pierdes si no me sigues
Entonces confiesa tu perdida ahora
       mientras yo
Ya me he despertado a mi quiebra
           desde que me he dado cuenta
                   de que he nacido para morir
(TSVR, p.54)

El poema “Con, de, para y sobre ella” reitera la muerte como un destino sin escapatoria  y por otro lado exhibe el amor como una solución irreal frente la fatalidad. La pregunta retorica “¿enamorarnos?” pone en duda la capacidad del amor como una resolución.
¡¿Enamorarnos?!
Porque somos, uno para el otro, un consuelo ilusorio
La desolación del camino
En el que caminamos
Agobiados hacia nuestra muerte.
(TSVR, p.42)

Otras veces se cotejan la vida y la muerte. El poema “Ataúd”  cuestiona la obsesión del ser humano por lamentar los placeres perdidos por culpa de la muerte sin que sea consciente de que tampoco los disfruta en vida. La frecuencia del uso de las partículas “No” y “ni” refuerza la sensación de privación que contrasta con un “sí” en el último verso, provocando un choque de conceptos, ya que la negación y  la ausencia del placer no sólo son consecuentes de la muerte sino también de la vida.
El ataúd
……..
Sin agua,
Ni éxtasis,
ni cigarrillos.
Ni una mujer
ni una ventana que se abre al jardín,
………………………..
Todo es (No) a todo lo que fue antes de él.
¿A caso fuimos (Sí) antes que él?
(TSVR, p.22)

Para terminar, cerramos nuestro análisis con una exposición breve sobre cómo ha sido plasmado el transcurrir del tiempo en la poesía de Emilio Prado y Muhsin Al-Ramli. La preocupación de Emilio Prados por liberar el cuerpo le incita a perderse en el tiempo. Leemos en “Un árbol que nace”:
-Jardín cerrado, consuelo,
alivio de soledad,
¿ya te has perdido en el tiempo?
(JC, p. 438)
Para Emilio Prados, el tiempo es el momento del pensamiento. Según  Gemma Suñe, el propio poeta comenta en un testimonio escrito a Camilio José Cela con el motivo de la preparación de una antología para conmemorar los sesenta años de la generación del 27 que “[…] el futuro que aún no es, y el pasado que ya es me engendran en la palabra” (1999: 32) En “Cuatro colpas con tiempo”:
El mañana y el ayer,
son tres mañanas con hoy:
pensar es amanecer.
(JC, p. 443)
Se busca un tiempo sin límites, un tiempo que se desprende del sueño, por lo tanto, eterno. En “La rosa en la mano” leemos:
Todo el tiempo es Eterno, en esta hora.
¿Es que la noche toca ya en su centro?
¿Es que la muerte empieza a ser memoria?
(JC, p. 277)

En el poeta iraquí, el paso del tiempo es un dilema que le turba. En “Pronombre y palabras” se establece la dualidad: tiempo consumido/ destino indefinido, y sueños aplazados/ caminos espinosos. El poema manifiesta una incertidumbre e inquietud ante el tiempo cuyo transcurso encadena los sueños del yo poético.
El tiempo me consume
y mis sueños están aplazados
Mis caminos son espinosos
y mi destino sin dirección.
(TSVR, p .47)

Otras veces el tiempo pierde importancia frente al dolor continuo que angustia al poeta. En “Dolido” leemos: “y no me preocupo por la edad del sol/ ni si era de noche o….de noche/ nada más que un deseo: / apartad de mí este dolor” (p.52)

Conclusión

Varias décadas han separado Emilio Prados y Muhsin Al-Ramli, no obstante les ha unido el exilio: una experiencia que fragmenta el alma y despierta unos dolores que  atraviesan las fronteras del tiempo. Ambos profundizaron en su ser, se encerraron en el recuerdo, eligieron como compañía la soledad perpetua y sintieron angustia a veces ante la muerte y otra veces la concebía como su único camino para volver a nacer; y por último el tiempo era para el primero un espacio sin límites y para el segundo era indiferente a veces y agobiante otras veces. Concluimos afirmando que la poesía del exilio ofrece un lenguaje universal que desconoce las ataduras de tiempo y espacio.

Bibliografía

- Al-Ramli, Muhsin, Todos somos viudos de las respuestas, España, Alfalfa, 2008.
______________, Dormida entre soldados, El Cairo, Editorial Hispano- Egipcia Sanabel, 2013.
______________, Pérdida ganadora, Costa Rica, Universidad de Costa Rica y la fundación de Casa de Poesía, 2013.
- Chica, Francisco, “Cartas de Emilio Prados a Gerardo Diego”, Revista de Occidente, no 187, 1996, pp. 114-141.
- Diego, Gerardo, Poesía Española. Antología 1915-1931, Madrid, Signo 1932.
- Díez de Revenga, Francisco Javier “Emilio Prados: la memoria hacia la luz”, ínsula, no 508, 1989, pp.11-12.
- Giner de los Ríos, Francisco, Las cien mejores poesías del destierro, México, Signo, 1945. 
- Morelli, Gabriel “Emilio Prados y la Antología de Diego: Historia de una presencia- ausencia”, ínsula, no 628, 1999, pp.24-26.
- Patricio, Hernández, Emilio Prados: la memoria del olvido, Zaragoza, Prensas universitarias, 1988.
_____________, Textos surrealistas de Prados, Málaga, Centro Cultural de la Generación del 27, 1990.
- Prados, Emilio, Jardín Cerrado, ed. José Manuel Díaz de Guereñu, Madrid, Cátedra, 2000.
_____________ Laurel. Antología de la poesía moderna en lengua española (selección de Emilio Prados, Xavier Villaurrutia, Octavio Paz), México, Seneca, 1941.
-Ruiz, Elena, Hacia la luz. Simbolización en la poesía de Emilio Prados, Ámsterdam, Rodopi, 1988.
-Suñé, Gemma, “El presente infinito de Emilio Prados”, ínsula, no 628, 1999, pp. 31-33.
-Zambrano, María, “Pensamiento y poesía de Emilio Prados”, Revista de Occidente, no 15, 1977, pp. 56-59.

Dra. Rasha Ali Abdelazim
Departamento de Lengua Española y sus Literaturas
Facultad de Letras, Universidad de Helwan, Egipto

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