Unos jardines de un país
llamado Irak
Lorena Iglesias
Fernández
Los jardines del presidente es la última novela de Muhsin Al-Ramli, es
la primera que yo leo de este escritor y, pronostico, que no será la última.
La novela empieza en un pequeño pueblo rural
de Irak tras la invasión de la coalición estadounidense. Un pueblo tranquilo,
en el que las guerras, porque han sufrido más de una y dos en las últimas
décadas, se habían notado sólo en sus habitantes que entraban amanece con el
descubrimiento de nueve cabezas en cajas para transportar plátanos.
Entre las cabezas está la de Ibrahim, uno
de “los hijos de la grieta”. Éstos son los protagonistas de la historia, tres
amigos que sufren la guerra, el cautiverio, la postguerra y las consecuencias
de vivir en las proximidades de un tirano. Sus vidas simbolizan el sufrimiento
de un país y el sufrimiento de un Pueblo por culpa de tiranos y guerras.
Pese a que “los hijos de la grieta”
son los protagonistas y sus vivencias y desgracias son el hilo conductor de
esta novela cruda y salvaje de la época en la que Saddam Hussein, aunque nunca
se le nombre, gobernaba el país, yo me voy a detener en las mujeres que orbitan
alrededor de estos personajes, porque el sufrimiento de estas mujeres,
ficticias, es el reflejo de lo que muchas otras, reales, sufren a diario en
muchos países y que muchas veces son olvidadas.
Samiha, obligada a casarse con uno de sus primos, en vez de
con la persona que ama, cada vez que huye de su marido es golpeada y obligada a
volver, hasta que es repudiada por su marido.
Quisma, una mujer joven con altas aspiraciones en la vida.
Se casa con un oficial del Ejército, es violada por un hombre, que no voy a
desvelar, y tras la invasión su marido desaparece. Se queda viuda, con un hijo,
y con la “necesidad” de casarse para evitar algunas suspicacias de la sociedad.
Zakia, otra mujer joven, pero esta con una discapacidad
intelectual. Un hombre joven, casi de la familia, se aprovecha de su
discapacidad para tener relaciones sexuales con ella. Se queda embaraza, la
encierran hasta que da a luz y tras eso, la lapidan y la entierra. Los hombres
que le hacen todas estas cosas viven su vida después como si nada.
Zeineb, una anciana que, por las convenciones sociales,
aguantó una vida de horrores, que la mantuvo en vilo durante toda su vida.
Estas son sólo cuatro de las mujeres que
aparecen en la novela, son cuatro historias de injusticias que miles de mujeres
en Irak y en otros muchos países viven a diario. Son cuatro historias que
tienen un apartado reducido dentro de la historia mayor, pero que sin las
cuales la historia no se desarrollaría tal y como lo hace.
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