Dentro del panorama cultural moderno iraquí, y en lo que al ámbito creativo se refiere, el teatro está considerado como uno de los tres géneros más destacados. Tanto por la cantidad y la calidad de sus producciones como por la influencia directa que ejerce en la sociedad, el teatro ocupa el segundo lugar en importancia después de la poesía y antes de la pintura.
En Irak, el teatro se anticipó en su aparición a la novela en cuarenta años aproximadamente; de hecho, los primeros textos teatrales en Irak, al igual que en el resto del mundo árabe, se llamaban novelas, y así encontramos que la mayoría de los estudios existentes tratan el teatro más como un texto literario que como un espectáculo.
Conocer la historia del teatro moderno en Irak significa conocer la propia historia de Irak, pero a través de los ojos del pueblo y no de los gobernantes, o de los ojos de los historiadores de los gobernantes; significa también conocer el desarrollo de la formación de la persona culta y del intelectual iraquí contemporáneo.
En esta corta intervención hago una lectura específica, reparando más en el aspecto religioso-político, a través de un repaso breve de la historia del teatro iraquí, que abarca desde sus inicios en el último cuarto de siglo XIX hasta hoy, los primeros años del siglo XXI.
Bajo la ocupación otomana:
Los iniciadores o fundadores del teatro moderno iraquí fueron los cristianos de la iglesia caldea en la ciudad de Mosul, en el norte de Irak, durante el último cuarto del siglo XIX, bajo la ocupación de los otomanos (musulmanes). La primera obra llamada Hanahish data de 1880 y, es una obra de trasfondo religioso cristiano, y desde el punto de vista formal, se trata de una imitación prematura del teatro clásico europeo.
La siguiente obra también es un producto del clero cristiano, y está basada en un tema histórico con un fondo religioso actualizado y con una intención política, que incita indirectamente a la resistencia contra la ocupación otomana. Esta obra se llama Nabucodonosor y fue escrita por el cura Hermiz Torso en el año 1889; en ella se hace referencia a una ocupación de Babilonia por los judíos, y a la digna y gran resistencia que llevaron a cabo los fieles de Babilonia hasta lograr su liberación.
Latif y Jshaya, de Naum Fathala Al-Sahhar, fue la primera obra impresa, en Mosul en el año 1893. Lo más curioso de esta obra es que utiliza la lengua clásica para los amos y el dialecto para los criados. Su contenido también es religioso y trata sobre la educación de los hijos por los padres. Algunos estudios creen que esta obra ha sido traducida de un original en francés de origen desconocido (1).
En el año 1908, los profesores y estudiantes de la escuela caldea cristiana en Bagdad representaron una obra titulada Selstra, palabra que en su idioma siriano significa “patria”. Su mensaje se dirige en el mismo sentido que las anteriores.
Estas obras son una creación de los cristianos iraquíes bajo la ocupación del Imperio Otomano hasta la Primera Guerra Mundial. A través de ellas dirigieron su mensaje a sus correligiosos para que mantuvieran su fe y se aferraran a su religión frente al dominio del poder de la otra religión. Al mismo tiempo propagaron su mensaje de lucha y resistencia nacionalista y patriótica al resto de sus paisanos, pertenecientes a otras etnias y religiones.
Bajo la ocupación británica:
En 1917 las fuerzas británicas invadieron y ocuparon Irak y con ellas entró en el país el grupo teatral del ejército británico. Fue entonces cuando los iraquíes vieron por primera vez un grupo profesional y les llamó la atención la alta calidad y técnica de sus actores y directores, y del vestuario y la decoración.
Así se formó el primer grupo teatral iraquí con el nombre de Asociación de la Actuación Árabe fundado por Mohamed Jales A-Mulla, el cual se esforzó por que todas las obras fueran de instigación política e impulsaran a luchar contra los ocupantes. Toma a su cargo el objetivo de despertar y enseñar a sus compatriotas a ser conscientes de su grave situación política, la cual exige, según su punto de vista, una seria obligación de lucha para cambiarla.
Este grupo representó varias obras cuyos temas estaban basados en hechos históricos, portadores de un sentido religioso islámico y con un contenido político en su mensaje, las cuales influyeron muchísimo en los jóvenes de entonces, porque la historia, en las leyendas, crónicas y romances era una fuente segura de argumentos conocidos. Por otra parte, este uso del pasado continúa hasta hoy en día, sirve como buen motivo de exaltación patriótica y religiosa, y se puede asociar con la lucha contra el invasor. Así se puede apreciar en obras como La abertura de Amuría, los mártires del nacionalismo y La abertura de Al-Andalus.
También hay que recordar las visitas de los grupos teatrales árabes de Egipto y Siria a Irak, como los de Joejr Abiad, Fátima Rushdy, Aziz Id y sus giras en territorio iraquí, especialmente en Bagdad y Basora en 1926, donde dejaron grandes huellas en la formación del teatro iraquí (2). De ahí que Haquí Al-Shibli (considerado como el gran maestro del teatro iraquí) fundara el año siguiente, 1927, La Compañía Nacional de Actuación, y más tarde El Instituto de Bellas Artes, los cuales han sido una fuente principal de producción teatral en Irak, a lo largo de sucesivas generaciones.
Una vez que fueron fundados varios grupos de teatro y que se constituyó una generación de dramaturgos iraquíes, se pasó poco a poco de la utilización y adaptación del tema histórico, al tema cotidiano y popular; se mantiene el espíritu de la divinidad religiosa, tradicional y patriótica, y se reflejan otras experiencias y corrientes culturales e ideológicas de la época. Sirven de ejemplo algunas de las conocidísimas obras de Yusuf Al-Any. La titulada Shaker, soy tu madre narra el sacrificio por la patria y en ella se convierten en mártires los dos hijos de la madre protagonista. Los invasores ocupadores matan a Shaker en el primer capítulo de la obra, y a Saaudy en el último. El dramaturgo Al-Any describe el valor constante de la valentía y la resistencia de la madre junto a su hija kaucer, la universitaria patriota que está muy orgullosa de ser hermana de dos mártires, y que ataca con sus duras críticas a su primo y su tío los cuales simbolizan al gobierno iraquí impuesto por los ingleses por actuar para los ocupadores como chivatos e informadores de la actividad de los revolucionarios a cambio de unos pocos dinares. Esta obra nos recuerda mucho a la famosa obra Madre coraje y sus hijos, de Bertolt Brecht.
Bajo la dictadura:
A pesar del supuesto reconocimiento de la soberanía de Irak como estado independiente en el año 1932, los iraquíes eran conscientes de que los las tropas de ocupación inglesas estaban utilizando la monarquía nada más que como una tapadera o un guante. Por este motivo, el teatro siguió con sus argumentos de lucha contra la ocupación hasta el año 1958, año del golpe de estado del general Abdulkarim Kassem que acabó con la monarquía e implantó la república. En 1963 Kassem fue depuesto y ejecutado tras un golpe de estado apoyado por sectores del ejército y por el partido Bass. Así, el teatro iraquí entró en otra fase de su lucha, esta vez su frente interior iba encaminado contra la manipulación, el poder totalitario que daña las libertades y contra la corrupción. El teatro goza entonces de buena salud y tiene una gran influencia en los espectadores, los cuales lo toman como referencia para guiarse y para entender su situación política y social. Tiene la capacidad de mover a miles de personas en grandes protestas y manifestaciones en las calles de Bagdad tras la representación de tan solo una obra de teatro, y por ello no resulta extraño que el gobierno declare la Ley nº 14 en 1963 que dictamina la anulación de todos los grupos teatrales, la confiscación de su dinero, el saqueo de sus sedes y mobiliario, la detención, encarcelación y tortura de sus miembros y la aplicación de todos los medios policiales, materiales, psicológicos y sociales contra toda manifestación cultural que se desvíe de la línea política del estado (3). Pero los intelectuales reactivaron nuevamente sus actos después de un año tras conseguir un pequeño margen de libertad de expresión que apenas duró, dada la llegada al poder del partido totalitario y dictatorial “Bass”, por medio de un nuevo golpe de estado en 1968. Este partido se mantuvo en el poder, gobernando solo y con mano de hierro durante tres décadas hasta que llegó su caída con la ocupación angloamericana de 2003.
Para tener una idea general del tipo de teatro y de cultura que quería el régimen del partido Bass, es suficiente recordar la actuación del último Ministro de Información del régimen, Mohamed Said Al-Safar, internacionalmente famoso por sus mentiras, el cual fue nombrado en 1968 primer Director de la Radiotelevisión y de la Institución del Cine y el Teatro.
A partir de entonces, toda expresión siempre tiene que ser vigilada dentro de un orden burocrático y una censura dura que sospecha de todo. Es muy habitual la prohibición de un texto, o la clausura de las representaciones, si aparece en ella o se sospecha el más mínimo indicio de alteración pública. Así, el teatro se convierte en un espectáculo público ordenado y regimentado, en el que se descubre el intento gubernamental de crear un teatro ideológico adicto al régimen y propagador de sus ideas.
Como consecuencia de la dictadura, llegaron los años de las guerras; ocho años contra Irán, después la invasión de Kuwait y la dura década de los noventa con el embargo y las sanciones económicas. Dentro de este periodo general, se pueden clasificar y estudiar por separado los distintos momentos: así el “teatro de la guerra” o el “teatro del embargo”. Además, también existe el teatro iraquí del o en el exilio que está ya considerado como una gran experiencia y producción creativa muy importante que ha dado y va dar mucho que hablar sobre el futuro del teatro iraquí.
Durante todo este periodo que supone casi toda la segunda mitad del siglo XX, y bajo la excusa de pretender ser un país laico, se prohibió tratar temas religiosos y políticos excepto en el caso de que fueran diseñados a la medida de la ideología del régimen en el poder y estuvieran además a favor de la difusión y al fomento de la idea del martirio en sus guerras. De hecho, el teatro iraquí se refugió en lo simbólico, poético y volvió a las épocas más lejanas en el tiempo y en la geografía, y buscó refugio en la adaptación de textos extranjeros. Así nació un tipo de teatro que puede considerarse como un teatro minado o tramposo, según la expresión de A. Sharji (4). Existen muchas obras representadas en los años ochenta y noventa que pueden ser mencionadas como, por ejemplo, La caída de Timur Lang, Calígula, Gilgamesh, El juego de los caballos, La sinfonía de la espera, Números sin significado, Al-Hur Al-Riyahy y La muralla china del suizo Max Frisch, en la cual un emperador chino escucha cierto jaleo fuera de su palacio y pregunta a su ministro: “¿Qué está pasando fuera?” “Es una revolución, señor”, le contesta el ministro. Esta secuencia, hasta aquí resulta aceptable para la censura, ya que se trata de una revolución muy lejana, ocurrida hace miles de años en China. Sin embargo la secuencia adquiere un matiz simbólico de tipo político cuando entra al palacio un grupo de revolucionarios que son una parte del pueblo, un grupo de mutilados e inválidos de guerra vestidos con ropa militar iraquí.
Bajo la ocupación angloamericana:
Inmediatamente después de la caída de la estatua de Sadam como símbolo de la caída de su régimen, han salido a la luz varios grupos de artistas e intelectuales que habían estado trabajando en secreto. Uno de ellos, el llamado Al-Najun (Los sobrevivientes), el cual ha puesto la nueva estatua llamada (la libertad) en el lugar de la famosa estatua caída del dictador en la Plaza del Firdaus, y ha puesto en marcha nuevos proyectos como por ejemplo, rodar una película, representar una obra de teatro, organizar exposiciones de pintura, conferencias, etc.
Y como siempre, en Irak, el teatro ha sido el que ha tomado la iniciativa de activar el aspecto cultural buscando su mejor contacto con la gente. De hecho, el personal del teatro ha sido el primero entre los intelectuales que se ha reagrupado y reorganizado de nuevo en el plazo de un mes, y a los pocos meses han celebrado el primer festival de teatro en Irak tras la caída del dictador, en el que han participado grupos del interior y del exilio.
En medio de todo esto, se percibe una fuerte presencia del aspecto religioso, reprimido durante décadas bajo una dura presión, especialmente en lo que afecta a la rama islámica chiíta, que ha sido la que más ha sufrido y que tiene tradiciones sociales y religiosas hasta ahora prohibidas, como la celebración de Ashura, -algo parecido a la Semana Santa- en memoria del martirio de Al-Husayn, tradición que los especialistas consideran como la primera característica teatral arabo-islámica. Los iraquíes quieren recuperarla como una seña de identidad no sólo desde el punto de vista artístico, sino -dada la importancia de Al-Husayn como símbolo de resistencia y rebelión- (5), por su trasfondo religioso y de intenciones políticas, como ejemplo de teatro pro-islámico bajo la ocupación cristiana. Así, el director Jauad Al-Hasab, tras tres meses de ocupación, comenzó los preparativos de una costosa y espectacular obra titulada Al-Husayn es la venganza de Dios. Así aparecen una serie continua de obras que se alimentan de lo religioso, histórico, y folclórico y que satisfacen unos objetivos políticos de patriotismo y de resistencia, hasta el punto de que hay obras que han sido representadas en mezquitas, algo muy sorprendente si conocemos la postura del Islam sobre el teatro.
La noche de la herida del Amir, inspirada en las crónicas histéricas de las noches de la herida del Imám Ali, el cuarto califa y primo del profeta Mohamed, fue representada en una mezquita en Nasiryia en el mes de Ramadán, en noviembre de 2003, y El agua… Oh luna de la doctrina, (inspirada en la batalla de Kerbala y la muerte de Al-Husayn hijo de Ali, nieto de Mohamed), en la cual la familia sedienta pide agua en vano antes de ser asesinada, fue representada en una mezquita, también en los últimos días de marzo de 2004. El Grupo de Al-Nasiriya que representó estas dos obras considera la mezquita como un espacio muy poético que ayuda a aprovechar y recuperar la memoria colectiva, los recursos folclóricos y espirituales de los espectadores de modo que el mensaje de la obra tenga más posibilidades de influir profundamente en su receptor (6). Siguiendo esta línea, se han escrito muchas obras hasta hoy, algunas, incluso, han sido creadas en el exilio. Es el caso de La sangre de Al-Husayn, escrita y dirigida por Al-Saleh Al-Mahdi y representada en Canadá en febrero de 2004.
Algunos críticos han comenzado ya a clasificar estas obras y a darles nombres teóricos. Algunos consideran llegado el momento de aplicar un tipo de teatro que ha sido reclamado durante años y que se conoce con el nombre de “teatro funerario”. Otros se refieren a un “realismo divino” o “teatro popular” y los hay que hablan de un “teatro reflexivo” o “reflexivo-histórico”, incluso “reflexivo-político”...etc. (7). Para otro sector de la crítica se trata de una tendencia inquietante que merece un análisis detenido.
Conclusión
Después de presentar la trayectoria general del teatro iraquí, llego a una conclusión sencilla y clara, -aunque resulte un poco peculiar- la cual puede servir como otra nueva visión o enfoque para abrir nuevas vías de estudio sobre el teatro iraquí.
Este nuevo punto de vista se puede resumir del modo siguiente: el teatro iraquí, desde sus primeras obras hasta el día de hoy, tiene un trasfondo religioso pero su intención es política. De hecho, comenzó o que fue fundado por los cristianos iraquíes mostrando entonces un trasfondo religioso cristiano desarrollado bajo -y en contra de- una ocupación musulmana. Hoy en día se trata de un teatro de fondo islámico desarrollado bajo -y en contra- de una ocupación cristiana.
Todos los estudios están de acuerdo en que las primeras manifestaciones teatrales o preteatrales en la historia de Irak, hace miles de años, desde las primeras y diversas civilizaciones mesopotámicas, poseen características religiosas propias de las celebraciones, ritos y representaciones de Dioses que ocasionalmente tenían lugar en los templos y en los palacios. También en relación a la época islámica, en la que nació el chiísmo en Irak, el cual rememora cada año la muerte de Al-Husayn, nieto del profeta Mohamed, se construye el escenario entero en el mismo sitio donde ocurrió la batalla, en la ciudad santa de Kerbala, cuya tradición religiosa se extendió a toda la geografía chiíta.
Partiendo de estas dos herencias preteatrales, varios especialistas sobre el teatro iraquí han hecho un llamamiento y siguen haciéndolo hoy en día, para aprovechar esta herencia y construir un teatro puramente iraquí, con una identidad propia, siendo uno de los nombres que se le confiere, el de “teatro de la condolencia” o “teatro funerario” Se han escrito varias tesis y teorías sobre el asunto (8), y ha habido varias representaciones de obras que responden a esta clasificación.
Esta trayectoria del teatro iraquí, cuya edad ya supera un siglo, siempre ha tenido una gran carga política pasando por etapas muy duras, ya que después del fin de la ocupación otomana tuvieron lugar sucesivamente: la ocupación británica, la supuesta independencia con los sangrientos conflictos políticos internos, dirigidos en su mayoría desde el exterior, una monarquía confusa, los golpes de estado, una república nerviosa e inestable, una dictadura feroz, las guerras, el embargo internacional, la invasión y, finalmente una nueva ocupación.
A lo largo de todos estos cambios bruscos, hay que reconocer el gran papel que ha ejercido el teatro iraquí siempre tomando la iniciativa de actuar y orientar a su gente, guiarla y consolarla, en un país de escasa producción cinematográfica o televisiva. Prueba de la influencia que ejerce del teatro ha sido la aparición, sólo unos pocos meses después de la caída del régimen dictatorial, en abril de 2003, del primer y gran actor cultural en Irak. Los dramaturgos iraquíes celebraron un gran festival de teatro en el que participaron los grupos del interior y los del exilio.
Paralelamente a este camino de lucha política, los dramaturgos no se han olvidado de otras funciones del teatro como medio artístico, didáctico y de entretenimiento y como forma de expresión individual o colectiva.
Hay que mencionar también un aspecto delicado y es, que la mayoría de las personas que se dedican al teatro iraquí: escritores, directores, actores y demás, tienen una vocación laica y de inspiración moderna y occidental, la cual intentan por todos los medios transmitir a través de las formas artísticas y simbólicas explorando las posibilidades de influir y movilizar a la gente que ofrecen los temas religiosos, nacionales y políticos.
Tanto por las características particulares de su trayectoria religiosa y política como por el panorama de su producción actual, creo que el teatro iraquí merece la admiración, el reconocimiento y, sobretodo, el apoyo internacional.
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1)- Ahmed Fayad Al-Mefrachi, El teatro en Irak, Bagdad 1965
2)- Abdul Ilah Abdul Qader, El teatro Iraquí... Una visión sobre sus inicios, Suplemento Cultural del Diario Al-Bayan nº 164, Emiratos Árabes, 30 de marzo de 2003
3)- Ali Fauzy, Lo lógico y lo ilógico en el teatro iraquí, Revista Al-Thakafa Al-Jadida nº 300, Damasco 2001
4)- Ahmed Sharji, Representaciones teatrales tramposas, w3. masrah.com, Qatar 2003
5)- “Su gran rebelión ocurrió en 680, cuando Husayn atacó al ejército omeya en la batalla de Kerbala, en Irak. Pero su inferioridad numérica era abrumadora: su ejército quedó destruido y él mismo murió. A partir de entonces el Islam Chií se convirtió sobre todo en un credo de rebelión y martirio, y los chiíes conmemoran la muerte de Husayn en su fiesta religiosa más importante: Ashura”. Chris Horrie y Meter Chippindale, ¿Qué es el Islam?, Ed. Alianza, Madrid 1995, pág. 108
6)- Amar Nima Jaber, El teatro en el sur de Irak, w3. iraqgate.net, Londres 10 de junio de 2004
7)- Yasir Al-Barraq, De las experiencias del teatro Iraquí, w3.iraqgate.net, Londres 10 de junio de 2004
8)- Munadel Dauud, Los ritos son el espíritu y la identidad del acto teatral, Diario Azzaman nº 1270, Londres 26 de julio de 2002
Abdul Jaleq Kitan, Una visión del teatro funerario, w3.iraqgate.net, Londres 5 de marzo de 2004
Para más información sobre el asunto, véase w3.masraheon.com, Canadá
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*Proceedings of the V Encuentro Internacional de Dramaturgia de la Valldigna.
*Publicado en el libro (Teatro, religión y sociedad), Ed. Universida de Valencia, España.en la revista (ADEteatro) Nº115 Abri/Junio 2007 Madrid.
1 comentario:
He leído el texto sobre el teatro iraquí, que es también la historia del pueblo. Entonces empecé a pensar en los desafíos para el desarrollo del teatro como arte nacional y reconocimiento del país y su pueblo. Ciertamente, habrá grandes dificultades para que la identidad del arte, con las sucesivas invasiones que el país sufrió, un poco de la cultura de los atacantes también permaneciera en suelo iraquí. La pregunta es, como no tener en cuenta los aspectos y continuar la búsqueda de una verdadera identidad propia.
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