Poesía
desde el exilio: Muhsin Al-Ramli y Emilio Prados
Dra. Rasha Ali Abdelazim
Departamento de
Lengua Española y sus Literaturas
Facultad de Letras, Universidad de Helwan,
Egipto
Publicado en el
número 56 de la Revista "Espéculo"
Revista de estudios literarios de la Facultad de Ciencias de
la Información de la UCM
Resumen
Nuestro trabajo
subraya el tema del exilio en dos poetas pertenecientes a épocas y
circunstancias distintas, sin embargo a ambos les unen España y su cultura por
un lado, y por otro, el sabor amargo del destierro: Emilio Prados, exiliado en
México hasta su muerte y el iraquí Muhsin Al-Ramli, desterrado en España desde
1995 hasta el momento. A través del presente trabajo nos acercaremos a dos
poemarios muy representativos en la etapa del exilio de los dos poetas: Jardín
cerrado, de Emilio Prados, y Todos somos viudos de las respuestas,
de Muhsin Al-Ramli. Las dos obras ofrecen un lenguaje universal sin ataduras de
tiempo, expresando inquietudes como los
recuerdos del pasado, la nostalgia de un paraíso perdido, un yo poético
atormentado entre otros más.
Palabras
claves: Exilio, Jardín cerrado, Todos somos viudos de las respuestas.
Abstract
Our work focuses on the subject topic of exile in two poets that belong
to two different periods and circumstances but nevertheless are connected by
Spain and its culture, on the one hand, and by the bitter taste of exile on the
other hand. They are Emilio Prados, who died in exile in Mexico, and the Iraqi
Muhsin Al-Ramli, exiled in Spain from 1995 until now. Through this work we will
approach two books of poems that are very representative of their exile
periods: “Jardín Cerrado” (Closed Garden), by Emilio Prados, and “Todos somos
viudos de las respuestas” (We Are All Widows of the Answers), by Muhsin Al-Ramli.
Both works offer a universal language not constrained by time that expresses
concerns such as the memories of the past, the nostalgia of a lost paradise and
a tormented poetic.
Key words: Exilie, closed garden, we are all widows of the answers.
Introducción
El exilio es un tema universal considerado como un eje destacado de
la literatura en general. A pesar del transcurso del tiempo, siempre en alguna
parte del mundo encontramos ciertas circunstancias sociales y políticas que
provocan dicho fenómeno. Como es sabido, a principios del siglo XX gran parte
de Europa experimentó el exilio, hoy lo padecen, por el contrario, muchos
ciudadanos de Oriente Medio. Han sido muchos los autores exiliados que nos
deleitaron con obras que reflejaban vivencias humanas y conflictos internos.
Comenzamos con uno de los poetas de la generación del 27 con menos divulgación
a nivel crítico en comparación de sus homólogos: Emilio Prados. Una ojeada
rápida a los manuales de crítica nos revela que los integrantes centrales del
grupo del 27 en su primera época han sido: Luis Cernuda, García Lorca, Rafael
Alberti, Jorge Guillen, Pedro Salinas, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, que a su
vez convocaron una asamblea gongorina en el año 1927 para celebrar el tercer
centenario de la muerte de Luis de Góngora y en la cual estaba presente Emilio
Prados. Más adelante se unieron más poetas al grupo gracias a la amistad que se
había forjado entre ellos en la Residencia de Estudiantes y su colaboración en
las revistas y actividades literarias de la época. En aquellos años Gerardo
Diego publicó la Antología 1915-1931 (1932) que incluía a algunos poetas de la joven literatura junto
con algunos maestros como Unamuno, Juan Ramón Jiménez, etc. Gabriel Morelli
(1999: 24) explica que Gerardo Diego tuvo dudas sobre la inclusión del nombre
de Emilio Prados en la selección. Gerardo Diego comunicaba a Jorge Guillén la
nómina de los antologados, pero manifestaba reservas sobre Moreno Villa y
Emilio Prados que después entraron gracias a la evaluación positiva por parte
de otros poetas reconocidos como Dámaso Alonso, Jorge Guillén y Pedro Salinas. Cabe
mencionar que el propio Emilio Prados se negó a vincularse con sus compañeros y
amigos en la antología. Gabriel Morelli
(1999: 25) interpreta la negativa de Prados como resultado de su voluntad de
aislarse ya que sentía un compromiso interior con una causa social. Sin
embargo, gracias a la intervención de Aleixandre, fue superado este desacuerdo.
A partir de entonces la historia literaria comenzó a divulgar el término del grupo del 27 y entre
ellos figuraba el nombre de Emilio
Prados que era relegado a un segundo
plano dentro del grupo y no recibía la atención merecida por parte de la
crítica. Francisco Javier Díez de
Revenga (1989: 11), aclara que la poesía de Emilio Prados, antes de la guerra y
también la escrita en el exilio, ha sido escuetamente difundida en España. Por
otro lado, si comparamos los estudios realizados sobre los poetas del 27,
observamos en el caso de Emilio Prados poco interés bibliográfico por su obra.
En 1936 la guerra civil española obligó a varios poetas de aquella
época a abandonar su hogar y a separarse de sus familias y amigos para buscar
cobijo en otras tierras lejanas. Por ejemplo, Rafael Alberti, acabó marchándose
a Argentina; Juan Ramón Jiménez, a
Estados Unidos; León Felipe, Emilio Prados entre otros más recalcaron en
México. Es de señalar que todos ellos ya habían desarrollado gran parte de su
obra en España antes del final de la guerra y disfrutaban de un reconocimiento
intelectual, por eso insistieron en seguir cultivando con mucho interés su
producción literaria desde el exilio. Recién llegados a sus nuevos destinos, los
poetas desterrados procuraron contactarse con editoriales y con círculos de amigos
intelectuales con el fin de hacer que sus versos saliesen a la luz tanto en el
país de acogida como en España. Por ejemplo, Seneca y las ediciones del Colegio
de México publicaban los trabajos literarios elaborados por los exiliados como
es el caso de la publicación de Memoria del olvido (1940) de Emilio
Prados, y la de una antología titulada Laurel (1941) que agrupaba a
poetas españoles y mexicanos (selección de Villaurrutia, Gil Albert y Octavio
Paz, Emilio Prados). Dicho esto, resulta conveniente comentar que el hecho de arrojar
luz sobre lo llamado poesía del exilio o poetas desterrados se debe en primer
lugar a la primera recopilación de las composiciones de poetas del destierro
llevada a cabo por Francisco Giner de los Ríos (1945) y en ella figuran algunos
nombres como Juan Ramón Jiménez, León Felipe, José Moreno Villa, Emilio Prados,
Concha Méndez, Luis Cernuda, etc.
De España salieron poetas desconformes con la guerra y el ambiente
político, sin embargo más adelante a ella llegaron poetas de tierras lejanas y
con bagaje cultural distinto como por ejemplo: Muhsin Al-Ramli. Es un
hispanista, escritor y poeta iraquí que inmigró a España en 1995 debido a
cuestiones políticas, puesto que su hermano mayor, Hassan Multak, conocido escritor
iraquí, ejercía una actividad política que terminó por llevarle a la horca por
haber participado en un intento de golpe de Estado contra el régimen de aquel
momento. Este tipo de actos eran imperdonables, teniendo en cuenta las
represalias que pudieran sufrir los familiares y los amigos, por lo tanto Muhsin
Al-Ramli no tuvo más remedio que buscar refugio fuera de su patria. El hecho de
haber cursado filología hispánica en Irak le ayudó a tener buen conocimiento de
la lengua española y su cultura, y así le resultó fácil la entrada en España para
realizar estudios de posgrado en la universidad Autónoma de Madrid. Una vez
allí empezó a cultivar paulatinamente una producción literaria que se reparte
entre poesía, novela y ensayos escritos en árabe y traducidos al castellano. Su
obra despertó el interés en el público árabe y en el de habla hispana gracias a
los temas tratados y envueltos por una profunda dimensión humana. Entre estos
temas destaca el exilio como una experiencia estrechamente adherida al ser del poeta
y por lo tanto protagoniza muchos
escritos suyos, como por ejemplo su poemario titulado Todos somos viudos de
las respuestas (2008).
La poesía del exilio ofrece una voz individual y personalizada de
cada poeta, según su ideología, su trayectoria poética y sus circunstancias
vitales dolorosas puesto que para algunos esta experiencia compleja del destierro
les ayudó a encontrar su mejor voz. A continuación investigamos esta voz
dolorida y marcada por el exilio en los dos poetas.
Acercamiento a
dos poemarios: Jardín Cerrado y Todos somos viudos de las respuestas.
La producción poética de Emilio Prados ha pasado por varias etapas igual
que los poetas de su generación: una
etapa de poesía pura y vanguardista (1925- 1928), otra de compromiso social y
político (1932-1938) y una última que inicia con el exilio (1939- 1062) y a la
cual pertenece Jardín cerrado (ed. José Manuel Díaz de Guereñu, 2000),
considerado como el libro más representativo de Emilio Prados. Cabe
mencionar que gran parte de este poemario fue escrito durante la estancia del
poeta en México donde permaneció más de 20 años hasta que murió por culpa de
una enfermedad pulmonar. Nos parece conveniente exponer la opinión de Emilio
Prados sobre el significado de la poesía en sus apuntes recogidos y publicados
por Patricio Hernández (1999: 165):
“Para mí, la poesía, es un secreto que no trato de descubrir, sino
que, como una flecha, dejo que vaya ahondando más y más en mis entrañas; porque
mientras esté el secreto clavado en ellas existirá conmigo la poesía, pero si
me lo arranco, si lo descubro, presiento que la poesía se me convertirá para
siempre en angustia. La poesía, en mí, se precisa en su misterio. Y surge al
entregarse”
En cambio, Muhsin Al-Ramli cultiva más narrativa que poesía. Él se considera
a sí mismo principalmente como novelista, sin embargo sus inquietudes vitales
no dejaban de buscar un refugio en la poesía. El poeta iraquí tiene hasta el
momento tres poemarios publicados: Todos somos viudos de las respuestas
(2008), Dormida entre soldados (2013), y Pérdida ganadora (2013).
Iniciamos nuestro comentario con una exposición breve de la
estructura de los dos poemarios, cuestión de estudio, junto con el análisis del
primer poema con que comienza cada libro. Jardín cerrado (JC) se subdivide
en cuatro libros. El primero se titula Jardín perdido, el segundo; Dormido
en la yerba, el terceo; Umbrales de la sombra, y el cuatro; La
sangre abierta. El poemario se abre con un poema llamado “Árboles”,
perteneciente a una sección titulada “Nostalgias y sueños”. En “Árboles” y en
otros muchos poemas del libro, Emilio Prados hace una retrospección y abre la
brecha entre sus inquietudes recónditas y el entono exterior de la Naturaleza. Los
versos siguientes exaltan la idea de un pensamiento suspendido en el tiempo, un
pensamiento incapaz de volar. Por ejemplo, en la primera estrofa antepone el
adjetivo “pesada” que denota una carga emocional negativa que se extiende en
toda la estrofa y se refuerza con la metáfora de “alas” mutiladas del último
verso; luego menciona el nombre “la frente” por ser la parte corporal capaz de
asimilar lo real e indagar en la subconsciencia. Notamos que las palabras
finales de los tres primeros versos (frente, pensamiento, tiempo) forman un
círculo cerrado que atrapa al poeta. Sin embargo, el calificativo “voluntario”
del último verso recalca la posibilidad de realizar un cambio y buscar una
salida. Por otro lado, la segunda estrofa demuestra una perplejidad y balbuceo con
la fórmula de “no sé qué”, el poeta siente un calor abrasador que simboliza los
factores externos de su vivencia y al mismo tiempo contrasta con un alma vacía
de sueños. La comparación entre “un ardor de fuera” con “un sol de desiertos”
intensifica esta sensación de sed y de privación que sufre el yo poético. Por
último, al pensamiento inmóvil de la
primera estrofa le acompaña una voz silenciada y callada:
Pesada está mi frente…
Tal vez mi pensamiento,
voluntario, sus alas ha fundido en el tiempo.
No sé qué ardor de fuera,
como un sol de desiertos,
me aprieta en la garganta
la voz seca del sueño.
(JC, p. 143)
|
El poemario de Todos
somos viudos de las respuestas es un conjunto de poemas encabezados por títulos
y escrito en árabe, además traducido al castellano por el propio poeta y al
inglés por terceros. El poemario ha sido publicado en una versión trilingüe:
árabe- español- inglés.
El poema, que abre el libro, Todos somos viudos de las
respuestas (TSVR), y lleva el título de “Edad”, proclama la libertad
de expresión. En sus versos se hace una reflexión profunda sobre una vida
condicionada y congelada por la falta de libertad. Observamos un paralelismo
entre “una edad pringosa” y “una vida suspendida”: los calificativos “pringosa”
y “suspendida” reflejan un estado estático y adhesivo. Con la palabra “edad” el poeta ofrece una perspectiva
subjetiva sobre la vida muda carente de “razón” y concebida como un tiempo
desaprovechado, un tiempo perdido. Por otro lado, esta razón necesita estar
protegida para seguir expresándose sin temor, por eso utiliza palabras como
“murallas”, “techo” como espacio defensor, sin embargo destruido. vida Respecto
a los seres humanos, dueños de esta vida silenciosa, están animalizados y
encerrados: el verbo “ladremos” fortaleza esta necesidad de gritar y estar
escuchados, y “los gusanos” con ganas de salir a la superficie:
Una edad
pringosa,
Una vida suspendida.
No han quedado murallas para la razón,
Los ultrajes se han hinchado.
Es difícil que ladremos
porque los techos han dimitido
y los gusanos están hartos de esperar.
(TSVR, p.9
)
|
Los dos poetas se ven afectados por el momento en que salen de sus
respectivas patrias para emprender el viaje del exilio, no obstante dicho
instante se expresa de distintas maneras. En el “Cantar del atardecer”, de
Emilio Prados, se contraponen las alamedas de México y las de Málaga. Dos
escenarios parecidos de la Naturaleza, sin embargo, el poeta no los percibe
igual. Las alamedas del país del exilio le provocan un insomnio y un malestar, mientras
que para él las de Andalucía representan la fuente de la vida:
A las alamedas me voy a vivir.
No me dejarán sus hojas
soñar ni a dormir.
………………………
Vengo de las alamedas:
las hojas me siguen.
Porque me siguen las hojas
siento que mi cuerpo vive.
(JC, p. 205)
|
El momento de la despedida del país de origen en el caso de Muhsin
Al-Ramli nos lo ofrece el poema titulado “De un Lorca a otro” donde el entorno
toponímico es urbano y refleja un ambiente militar, “comisarias, murallas de
fusiles”, caracterizado por una precariedad a nivel humano como lo demuestra la
conexión entre los fallecidos del “cementerio” y “las farmacias vacías”. El
recuerdo con el que el poeta se marcha de Irak es muy amargo, no obstante
esperanzado porque el yo poético está ilusionado con su futuro en
Andalucía, en Granada en especial. El encuentro con el exilio es un anhelo
mutuo: tanto él como su nuevo destino se entusiasman ante el momento de la
unión.
Abandoné las comisarias, los cementerios.
Crucé las murallas de fusiles
Y las farmacias
vacías.
………………………………
Mi corazón es un cementerio lleno de seres queridos
y mi medicina esta allí….allí,
con los gitanos de Andalucía.
Crucé países, muchas ciudades
y conviví con pueblos deprisa
porque Granada estaba esperándome,
y yo a ella.
(TVRS, p.11)
|
El poeta iraquí encuentra un vinculo que le ata fuertemente con
Andalucía, puesto que en los siguientes versos del poema antesmencionado se asocian
dos contextos parecidos, sin embargo, distantes histórica y geográficamente y en
los cuales sucede un incidente contra la humanidad: el asesinato de dos
escritores apreciados en sus respectivas patrias: el iraquí Hassan Mutlak y el
granadino García Lorca. La muerte de estas dos figuras literarias a manos del
régimen de sus países manifiesta sin disfraces la barbarie del fascismo y cómo
los artistas, los escritores y los pensadores están juzgados por sus ideas
desconformes con lo convencional. El yo poético apasionado por llegar a
Granada para describirle a Lorca “….. la cuerda/ con la que ahorcaron a Hassan
Mutlak”, se topa con una realidad semejante:
He venido a Granada
buscando a
Lorca.
Tal vez……
Para que escribiera sobre los asesinados de mi
familia.
Pero….le encontré asesinado
(TVRS, p.12)
|
El exilio brota muchas sensaciones como por ejemplo el recuerdo y
la necesidad de volver la mirada hacia la patria. En Emilio Prados, el recuerdo
de las vivencias pasadas se vinculan muchas veces con el paisaje de su tierra.
En el poema “la pena en el agua” se entabla un dialogo con el yo poético
desdoblado para rescatar los recuerdos del olvido. En el estribillo “recuerda
conmigo, / amigo” hay un paso de lo categórico a lo interrogativo al final del
poema que despierta cierta incertidumbre. Los recuerdos se plasman a través de
una imagen impresionista de la naturaleza de Andalucía, llena de colores y
olores intensos: “platanares, almoraduj, jazmín” y situada en una noche
luminosa en la cual compara el sonido del flujo incesante del agua con la
música de la guitarra, contrasta la oscuridad con el reflejo de la luna a través
de la metáfora “flores de azahar” y termina este cuadro con la metáfora
contradictoria del “silencio” cantando:
Recuerda conmigo,
amigo:
Platanares junto al mar;
almoraduj en el huerto,
jazmines bajo el pinar…
Y en la alberca, una guitarra
negra, con flores de azahar
clavando a la luna llena.
Llega el olor del hablar,
hasta el chorro de la fuente:
se oye al silencio cantar:
-¿Recuerdas conmigo,
amigo?...
(JC, p. 187)
|
Para Muhsin Al-Ramli, la patria desde el exilio se convierte en una
enfermedad que penetra su cuerpo y le hace sufrir constantemente. En “La
patria”, vemos una relación de reciprocidad y de dependencia entre el desterrado y su
patria a través de los verbos (nacer, crecer, proteger) que revelan un proceso
de desarrollo gradual y de unificación profunda a través de la preposición “en
ti”. Leemos:
Has nacido en la tierra
y ella ha nacido
en ti.
Has crecido en ella
y ella ha
crecido en ti.
La proteges
y te protege.
Pero, en el exilio,
será tu epidemia.
(TSVR, p.31)
|
El recuerdo de la patria está marcado por escenas violentas y
crueles que prosiguen hasta la
actualidad. En “No a liberar Irak de mí” se crea un enfrentamiento entre
nosotros/ vosotros: Irak y el mundo. El yo poético está ubicado en el
presente y rodeado de elementos modernos de nuestro mundo. Por ejemplo, los dos
primeros versos plasman los medios de comunicación como si fuesen un monstruo:
una prensa escrita con sangre, una televisión que se alimenta de noticias sobre
niños sin futuro. Predominan sentimientos como el sufrimiento y el dolor que
inquietan el presente del yo poético exiliado, un presente oscuro en el
que solo se escucha el susurro de los gemidos. Al final del poema, Irak se
identifica con Mesías, ambos crucificados y torturados injustamente. Es de
destacar que en Jardín Cerrado no hay referencias toponímicas directas,
mientras que el poema “No a liberar Irak de mí”
está localizado en espacios concretos (Basora, Irak).
Esta tinta derramada en vuestra prensa
es la sangre de
mi país.
Esta luz diluviada de vuestras pantallas
es el brillo de
los ojos en los niños de Basora.
Este que está sollozando en la oscuridad de su exilio
soy yo;
huérfano después de que hayáis matado a mis padres:
Tigris y Eufrates;
Viudo después de que hubieras crucificado
la pareja de mi alma: Irak
Oh…por ti, tierra mía:
crucificada de entre las regiones.
(TSVR, p.32 )
|
En gran parte del poemario, la imagen del Irak no se perfila aisladamente
de los conflictos militares ni ajeno del concepto de víctima, por ejemplo en
“Cumpleaños” se identifican el yo
poético, Irak y Mesías. Hay un oxímoron entre el titulo, “cumpleaños”, y la
idea del asesinato que transmiten los versos. Esta contradicción entre
nacimiento/ muerte la vuelve a enfatizar la pregunta retorica y dramática del
último verso: “¿esta fiesta es el cumpleaños de quién […]”. En el poema se
describe una imagen metafórica de una fiesta feroz cuya doble cara es la alegría
y la aflicción. Además, igual que el poema anterior está presente la alegoría
del cristianismo a través de “mi sangre servida en copas” que simboliza la
sangre de Cristo. El uso reiterativo de las frases copulativas con el verbo
“ser” acentúa el deseo de redefinir el concepto de la propiedad según la
realidad actual.
Mi país es una tarta
Y los misiles son las velas
Los celebrantes son muchos
Y mi sangre servida en copas
La casa es mía
Y mi familia asesinada
Pero, ¿esta fiesta es el cumpleaños de quién,
si ya me han asesinado
antes
de mi nacimiento?
(TSVR, P.44)
|
Como acabamos de ver, el Irak contemplado desde el pasado y el
presente del poeta es una moneda con la misma cara: dolor y sufrimiento,
empero, cuando se imagina el futuro, el poeta canta una naturaleza dichosa y
dulce. En “Después de la lluvia”, el agua protagoniza el poema como un elemento
purificador que limpia y sanea la imagen del entorno del yo poético. En
la primera estrofa, se canta un ambiente arábigo soleado junto con la
gastronomía de la zona: almendras, avellanas, dátiles; en la segunda, se hace
referencia a la familia y al hogar del pueblo como una fuente de paz y sosiego
“nuestras palomas blancas”; y en la tercera, se deprende la luz jubilosa y
colorida de la paz en su integridad sin estos elementos que imposibilitan su
realización: “sin armas, sin presidente”. Observamos la falta de verbos y de
acción en todo el poema, lo que resalta una descripción sin movimiento, puesto
que su realización depende de un momento indefinido y un acto no sucedido.
Después de la lluvia:
Soles en las nubes y en los riachuelos,
dulces de almendras y de avellanas,
miel de dátiles y un pan caliente.
Después de la lluvia:
Mi madre, mis hermanos
y nuestra casa de
barro,
nuestras palomas blancas.
Después de la lluvia:
Arcos coloridos de paz,
sin armas, sin presidente.
Después de la lluvia,
…después de la lluvia.
(TVSR, P.59)
|
Entre los otros subtemas que genera la experiencia del exilio
señalamos el de la soledad. La soledad era un asunto insistente en las cartas
de Emilio Prados a Gerardo Diego desde
México, como por ejemplo la carta publicada (1996: 128): “Aquí de lejos, se ve
mejor todo. Mi enrome nostalgia […] pues creo que pocos alcanzan una cumbre tan
alta como yo he logrado. ¡Cuánta luz rodea entonces la tristeza! Desde mi
soledad, tan alta mi nostalgia, el presente mío no es siempre memoria”
En “Nostalgias de mar y tierra”, Emilio Prados pregunta por unas
apariencias y al mismo tiempo interioriza esta realidad aparente y la lleva al
fondo de su ser. A nivel estilístico, observamos que en los dos primeros versos
el sujeto poético implícito contempla y compara el mundo exterior, calma/ y el
mundo interior, desasosiego, mientras que en los últimos versos predomina una
sensación de movimiento gracias al encabalgamiento entre “va y viene” y
“remando” que expresa el estado en que se halla el poeta y potencia la imagen
de un corazón errante y aislado. Leemos:
¿La luna tendida en el monte?
-¡luna de pie
sobre el mar!
…y el
corazón, que va y viene
remando en la
soledad…
(JC, p. 151)
|
Para Emilio Prados la
soledad era irreparable y un estado que con el tiempo se agravaba y le turbaba.
En otra carta enviada a Gerardo Diego, Emilio Prados escribía de la soledad y
comentaba (1996: 136): “[…] Me guardo en soledad para tratar de reponer al
menos, con lo que llevo dentro, lo de fuera y….!algo me falla! Pienso muchas
veces que, tal vez es demasiado peligrosa la poesía; que no nos da ella tan
puros como debíamos. Que el escribirla es como comulgar, y lo hacemos su consciencia de ella. Y ¡al final, más o
menos, todos creemos en la poesía.”
En el poema de “Tres tiempo de soledad” la realidad subjetiva se
presenta en la noche que suele ser un momento estático y que manifiesta el
estado de contemplación del poeta, sin embargo en varios poemas de Jardín
Cerrado la noche es el momento cuando se procesa el abandono a otro
espacio: al de la soledad que se va construyendo en un plano geométrico:
“edificando”, “murallas”, “cúpula”. La metáfora “te estoy edificando” del
primer verso muestra una solidez y resistencia y arroja luz sobre el sujeto,
sobre el yo poético quien alumbra y siembra la soledad, mientras que en
los versos posteriores la soledad se formula como un lugar físico independiente
en cuyo centro se encuentra el yo poético. Aquí la soledad aparece como
un refugio protector donde el yo poético puede guardar sus sueños, pero
aún así se vuelve enigmático igual que el mismo universo.
Soledad, noche a noche te estoy edificando,
noche a noche te elevas de mi sangre fecunda
y a mi supremo sueño curvas fiel tus murallas
de cúpula intangible como el propio Universo.
(JC, p. 251)
|
En “tres canciones” aparece la soledad situada en el olvido. Respecto
a ello, explica María Zambrano (1977: 56): “En el olvido habita el ser y más en
él se hunde el pensamiento”, por lo tanto para Emilio Prados es importante
“quedarse perdido para ser encontrado; para en soledad vivir en compañía
verdadera.” En el poema, la noche trae consigo el silencio que le resulta importante
al yo poético puesto que simboliza lo sublime y el concepto de la
eternidad, por eso a través de la metáfora “bien apretado en mi mano” lo
convierte en algo físico que se puede coger y esconder. En los versos prevalece
un estado inmóvil del yo poético que se quiebra al referirse a su
corazón orientado por un punto de luz. Este corazón, que fluye con el universo
igual que el rio, simboliza la fuente de la vida, la fuente de su poesía.
En el campo del olvido,
Soledad, allí te espero.
Llevo por seña, un pañuelo
sobre la frente; marchito
como una flor, el silencio
bien apretado en mi mano,
y, es mi corazón, un río
bajo la luna, brotando…
(JC, p. 258)
|
En cuanto al poeta iraquí también padece añoranza y soledad en su
poema titulado “Nostalgia”. Los versos son un grito y unos suspiros de dolor y
sufrimiento y en ellos se repite la interrogación “quién” tres veces en
búsqueda de la protección, el cariño y la compañía. Las noches en la poesía de
Muhsin- Al-Ramli son frías y tristes y en ellas se vuelven borrosos unos
recuerdos de su vida cotidiana: la música de flauta que se tocaba en su tierra y
el sabor del aceite de la menta. Para el yo poético desterrado, las
nostalgias, siendo una desolación y tristeza, sangran constantemente “mis
nostalgias son…/ una menstruación continúa”. Cabe mencionar que la imagen de la
sangre se halla también en la poesía de Emilio Prados como mostraremos en unas
líneas más abajo. En “Nostalgias”, el exiliado iraquí está enjaulado en su
pasado que es una cárcel irrompible y así lo confirma la repetición de la
palabra “clavos” dos veces seguidas. El poema abre con un grito evocando la
patria y a la familia y cierra con otro grito suplicando su vuelta a Bagdad
“Llévame ave Roc a Bagdad”. El ave Roc hace referencia a la cosmovisión
cultural del poeta y despierta el interés por los cuentos de hada de Arabia.
El del alma rota llamó: oh patria,
mi familia, mis libros…
¿Quién me protege de una tristeza
que se reproduce en el alejamiento?
¿Quién va a dar cariño al exiliado
en las noches frías?
¿Quién finge aquel sonido de flauta?
El aceite de la menta
No es más que una imaginación.
Mis nostalgias son…
una menstruación continúa.
Mi vida está cerrada con clavos,
…..clavos,
Oh…..
Ay…
Llévame
ave Roc a Bagdad.
(TSVR, p.23 )
|
La imagen de la sangre ha aparecido en algunos poemas de Jardín
Cerrado, como por ejemplo “El tiempo en la sangre”, “Puerta de la sangre” y
“Sangre de la noche”, etc y en la mayoría de los casos simboliza el pensamiento
y refleja el dolor producido por el conflicto del yo poético para salvarse
el alma y atravesar los límites de su mundo que le causan una agonía. En este sentido,
comenta Patricio Hernández (1988:104):
“En Prados, el mundo interno aparece como más propio del individuo.
Forma parte de la totalidad y está animado por el alma del universo. A través
de él, el poeta busca una visión situada más allá de las apariencias. Busca, en
definitiva, la esencia del mundo, lo que sabe que no alcanzará plenamente hasta
tanto no se libere de su propio cuerpo.”
En “Sangre de la noche”, el cuerpo se muestra como perseguido y encerrado
en su jardín cerrado o su mundo perdido, por lo tanto se convierte en un
obstáculo que le impide la trascendencia plena del espíritu, ya que el poeta
aspira a despojarse de su cuerpo para unirse con el universo. En los próximos
versos se identifican la noche y la sombra que están transfigurados a manera de
un cautiverio, una frontera separadora del mundo luminoso:
¿Eras tú y tu silencio,
la piel que aún le faltaba
a mi total cumplido
cuerpo- jardín cerrado-,
sombra? ¡Ya estás entera!
entera soledad ya estás conmigo
……………………..
En ti
-sangre que hoy me has
llamado-,
abandono el temor,
que hundes como en el agua
transparente, la piedra
lenta, oscura, se clava;
y, así, llega a su fondo,
a ser, no corazón,
pero sí material
necesario a su brillo:
negación, cautiverio,
cárcel tal vez, frontera
para el rayo de luz;
mas, vida del reflejo
que, en árbol, de ella sube.
(JC, p.247)
|
Los versos anteriores sintetizan claramente la idea del continuo nacer
transfigurado como un árbol que crece y atormenta al poeta. Es uno de los temas
esenciales de la poesía de Emilio Prados que busca constantemente lo absoluto
según Elena Ruiz (1988) y Patricio Hernández (1989).
En Muhsin
Al–Ramli, la imagen del árbol también existe y es la de un árbol que crece
dentro del alma, sin embargo no renace
constantemente sino todo lo contrario ya
que es el árbol de la pena y la desdicha. Los versos de “la tristeza” nos hacen
visualizar el crecimiento de la amargura lentamente a través de la arbitraria
disposición tipográfica:
Es un árbol espinoso
que crece en el corazón.
Crece
….crece
y
crece,
hasta que cae
su único
fruto;
un cadáver podrido
…que eres
tú.
(TSVR, p. 36)
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La cosmovisión de Emilio Prados como un ser aislado y encerrado le
lleva hacia la muerte cuya sombra le acompaña constantemente. Leemos en “Cantar
del dormido en la yerba”:
La muerte está conmigo;
más la muerte es jardín
cerrado, espacio, coto,
silencio amurallado
por la piel de mi cuerpo
(JC, p. 213)
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En otro fragmento del poema antescitado se emparejan la vida y la
muerte. El ser humano es de cuerpo y alma, por lo tanto la vida es el fin del
cuerpo mientras que la muerte es el comienzo del alma. En los versos siguientes
se presenta una cosmovisión íntegra a través del contraste entre los elementos
del universo que se complementan entre sí y se ofrecen como una unidad: luna/
sol, amor/ pensamiento/, noche/luz,
vida/ muerte.
Como tú, luna, sí:
el sol, como la luna.
Amor, igual que tú:
tiempo, por ser la sangre:
sangre- espacio de eterno-,
tiempo- sangre de espacio-..
Como la noche, el día.
Luz, igual que tú, sombra.
Fin, comienzo del alma.
Principio igual que término.
Vida: cuerpo en la muerte…
Muerte, igual, porque es vida.
(JC, p. 214)
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En el poema “un árbol que nace” la muerte libera al cuerpo de su
jardín amurallado y le conduce a otro jardín luminoso. La reiteración del verbo “vuelve” insiste en la idea inicial
aludida en el poema anterior. Dicho inicio es un misterio, no obstante luce y
vive por ser el fuego del conocimiento. La frase “se rompe” y la interrogación
“¿Cerrado?” están entre corchetes para subrayar el contraste entre los dos
actos.
Muere la sombra.
(-se rompe.)
Vuelve el misterio a vivir.
Vuelve a lucir el misterio,
Sin muros, en el jardín…
(-¿Cerrado-?...)
¡Jardín de
luz!
(JC, p. 439)
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Una idea parecida se puede encontrar en “Decisión”, de Muhsin
Al-Ramli, donde aspira a ser el hijo del misterio en el otro nacimiento: “y
bucearé en el enigma. / seré un feto suyo,/ en mi próximo nacimiento” (TVSR,
p.60).
La muerte en Muhsin Al-Ramli a veces es una vía de reencuentro, leemos en
“Aturdida “oh, mi madre aturdida/…./ !Cuánto nos han alejado!/ ¿Podrá unirnos
la muerte?” (TSVR, p.18), y otras veces se presenta como una salvación como por
ejemplo el poema “El toro de la noria” donde el poeta lanza una crítica
incisiva contra el sistema vital creado por el ser humano en el nombre de la
modernidad y la civilización, ya que estos sistemas son como una presión que
encadena al yo poético y ata la libertad de su alma. Así que para el
poeta, la posible salvación se encuentra en la muerte.
Yo soy el hombre
Me até con los papeles
Me sitie con las fronteras
No tengo esperanza de cambio
De lo que hacen mis manos
Llamo revolución a mi atadura
Llamo revolución a su rotura
¿Será mi muerte la salvación?
(TSVR, p. 18)
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En “La idea de la vida”, el yo poético cansado de la vida
anhela otro camino misterioso que ignora. El encabalgamiento en la pregunta
retorica alarga esta sensación de espera.
Leemos:
Oh, idea de vivir
ya me
divorcio de ti
…………………………..
Pues, ¿dónde me refugio en espera
de mi marcha hacia una dirección que desconozco?
(TSVR, p. 58)
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En otros poemas se destaca la idea de que todos nacemos para morir,
como por ejemplo en “Pérdida ganadora”. Desde el primer verso percibimos una
escisión entre “tú y yo envueltos” por unas acciones contradictorias que crean
cierta tensión: “si me sigues, pierdes/ pierdes si no me sigues.” Al final
tanto el yo poético como su desdoblado están batidos por la realidad de
la muerte.
Entre tú y yo, un abandono definitivo
Porque si me sigues, pierdes
y pierdes si no me
sigues
Entonces confiesa tu perdida ahora
mientras yo
Ya me he despertado a mi quiebra
desde que me he
dado cuenta
de que
he nacido para morir
(TSVR, p.54)
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El poema “Con, de, para y sobre ella” reitera la muerte como un
destino sin escapatoria y por otro lado exhibe
el amor como una solución irreal frente la fatalidad. La pregunta retorica “¿enamorarnos?”
pone en duda la capacidad del amor como una resolución.
¡¿Enamorarnos?!
Porque somos, uno para el otro, un consuelo ilusorio
La desolación del camino
En el que caminamos
Agobiados hacia nuestra muerte.
(TSVR, p.42)
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Otras veces se cotejan la vida y la muerte. El poema “Ataúd” cuestiona la obsesión del ser humano por
lamentar los placeres perdidos por culpa de la muerte sin que sea consciente de
que tampoco los disfruta en vida. La frecuencia del uso de las partículas “No”
y “ni” refuerza la sensación de privación que contrasta con un “sí” en el
último verso, provocando un choque de conceptos, ya que la negación y la ausencia del placer no sólo son
consecuentes de la muerte sino también de la vida.
El ataúd
……..
Sin agua,
Ni éxtasis,
ni cigarrillos.
Ni una mujer
ni una ventana que se abre al jardín,
………………………..
Todo es (No) a todo lo que fue antes de él.
¿A caso fuimos (Sí) antes que él?
(TSVR, p.22)
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Para terminar, cerramos nuestro análisis con una exposición breve
sobre cómo ha sido plasmado el transcurrir del tiempo en la poesía de Emilio
Prado y Muhsin Al-Ramli. La preocupación de Emilio Prados por liberar el cuerpo
le incita a perderse en el tiempo. Leemos en “Un árbol que nace”:
-Jardín cerrado, consuelo,
alivio de soledad,
¿ya te has perdido en el tiempo?
(JC, p. 438)
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Para Emilio Prados, el tiempo es el momento del pensamiento. Según Gemma Suñe, el propio poeta comenta en un
testimonio escrito a Camilio José Cela con el motivo de la preparación de una
antología para conmemorar los sesenta años de la generación del 27 que “[…] el
futuro que aún no es, y el pasado que ya es me engendran en la palabra” (1999:
32) En “Cuatro colpas con tiempo”:
El mañana y el ayer,
son tres mañanas con hoy:
pensar es amanecer.
(JC, p. 443)
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Se busca un tiempo sin límites, un tiempo que se desprende del
sueño, por lo tanto, eterno. En “La rosa en la mano” leemos:
Todo el tiempo es Eterno, en esta hora.
¿Es que la noche toca ya en su centro?
¿Es que la muerte empieza a ser memoria?
(JC, p. 277)
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En el poeta iraquí, el paso del tiempo es un dilema que le turba. En
“Pronombre y palabras” se establece la dualidad: tiempo consumido/ destino
indefinido, y sueños aplazados/ caminos espinosos. El poema manifiesta una
incertidumbre e inquietud ante el tiempo cuyo transcurso encadena los sueños
del yo poético.
El tiempo me consume
y mis sueños están aplazados
Mis caminos son espinosos
y mi destino sin dirección.
(TSVR, p .47)
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Otras veces el tiempo pierde importancia frente al dolor continuo que
angustia al poeta. En “Dolido” leemos: “y no me preocupo por la edad del sol/
ni si era de noche o….de noche/ nada más que un deseo: / apartad de mí este
dolor” (p.52)
Conclusión
Varias décadas han separado Emilio Prados y Muhsin Al-Ramli, no
obstante les ha unido el exilio: una experiencia que fragmenta el alma y
despierta unos dolores que atraviesan las
fronteras del tiempo. Ambos profundizaron en su ser, se encerraron en el
recuerdo, eligieron como compañía la soledad perpetua y sintieron angustia a
veces ante la muerte y otra veces la concebía como su único camino para volver
a nacer; y por último el tiempo era para el primero un espacio sin límites y
para el segundo era indiferente a veces y agobiante otras veces. Concluimos
afirmando que la poesía del exilio ofrece un lenguaje universal que desconoce
las ataduras de tiempo y espacio.
Bibliografía
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______________,
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______________,
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- Díez de
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1990.
- Prados,
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_____________
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-Ruiz, Elena, Hacia
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-Suñé, Gemma,
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1999, pp. 31-33.
-Zambrano,
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15, 1977, pp. 56-59.
Dra.
Rasha Ali Abdelazim
Departamento de
Lengua Española y sus Literaturas
Facultad de Letras,
Universidad de Helwan, Egipto